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REALITY SHOW

  • Foto del escritor: Manuel Beltran
    Manuel Beltran
  • 3 jun 2023
  • 4 Min. de lectura

En medio de la conspiración golpista que intenta derrocar al gobierno, la derecha ha pasado de los chismes y rumores a la pésima actuación y a las lágrimas fingidas. La oposición es un reality show de actores y actrices mediocres, que no tienen nada que ofrecerle al país. Este espectáculo bochornoso es risible a primera vista, pero, en el fondo, implica una amenaza grave, ya que conlleva a una radicalización de los enemigos del cambio, que parecen estar dispuestos a cualquier cosa para frenar los avances sociales que se quieren alcanzar. Detrás de ese llanto fingido y de las poses de falsas víctimas, se esconde la intención de burlar la decisión que el pueblo tomó con su voto. Esos que se presentan como perseguidos, en realidad son agentes de los opresores de siempre y solo quieren retornar al país donde nada cambia. Esos que actúan como víctimas son los verdaderos victimarios de toda la vida.


En esta semana vimos de todo. A una candidata a la alcaldía de Cali que fingía un ataque machista, en el que le arrojaban agua en la cara mientras el agresor la mandaba a estarse en la casa. Curiosamente, esa candidata a la alcaldía de Cali apoyó en las pasadas elecciones presidenciales al candidato que decía que la mujer debe estar en la casa. Eso sí, su pésima actuación y una serie de elementos no convencieron a nadie. De inmediato las redes sociales dieron su veredicto: falso. Seguro que la candidata perdió cualquier opción. También vimos a una periodista, que surgió de una telenovela llamada Padres e Hijos, llorar porque supuestamente le estaban haciendo seguimientos desde sectores afines al gobierno. Una nueva criminalización contra los tuiteros que apoyan al gobierno y que se cayó a las pocas horas, pues el país supo que, en realidad, fue un paparazzi el que grabó a la periodista. Ella nunca se retractó de sus acusaciones infundadas. No era una víctima, en realidad fue una victimaria que puso en peligro a los activistas de las redes sociales. Eso no fue todo. Al finalizar la semana vimos la interpretación de una congresista "decepcionada" por el gobierno que "ayudó a elegir". Por más que lo intentó, no pudo llorar. Su falsa indignación solo produjo risas entre el público, que sabía de antemano que todo era una farsa. Esa congresista del Partido Verde jamás apoyó al presidente, solo fingió hacerlo al final para sacar provecho. Además, siempre ha sido opositora, como varios de sus compañeros de bancada, que fingen ser alternativos, pero quieren hundir la reforma a la salud con embustes calcados de la extrema derecha.


Sin embargo, el peor melodrama de todos fue el de la pobre niñera perseguida por "la mujer más poderosa del gobierno", a la cual "torturaron" y "chuzaron", justo en el momento que se tramita la reforma laboral. Inspirados en los novelones mexicanos, en los que la pobre empleada es despedida por un robo que no cometió, mostraron a una persona que ha perdido dos pruebas ante el polígrafo (en dos casos distintos de hurto). Tampoco tuvieron cuidado con la cifra, pues el mismo pasquín que lanzó la noticia falsa, había publicado otra cantidad en una "noticia" anterior. En cuanto a la tortura, no la hubo, fue otra mentira. Existió el consentimiento para el polígrafo, en el marco de la ley y la niñera perdió la prueba. Tampoco pudieron ponerse de acuerdo en el lugar del procedimiento, si adentro o afuera dela Casa de Nariño. Cuando esto falló, se sacaron otro entremés del sombrero. En esta nueva temporada, la niñera había sido "chuzada por el gobierno" a causa del robo, aunque luego se supo que la orden se produjo tres días antes del hurto, avalada por un fiscal. ¿Quién pudo adivinar lo que sucedería? Los que crearon esta conspiración, este guión golpista. Al final los medios tuvieron el descaro de lanzar una encuesta donde el fiscal general se comparaba en popularidad con el presidente, como si estuvieran en una segunda vuelta, con lo cual se enterró cualquier imparcialidad de ese ente.


Con todo este teatro barato se pretende atacar a la coalición de cambio desde dos frentes. Por una lado, se niegan y ocultan los logros del gobierno, además de achacarle todas las culpas del desgobierno anterior y otras inventadas. Por otro lado, se busca crear el relato de una dictadura feroz, que debe ser derrocada por todos los medios, así sea un golpe de Estado. El gobierno de cambio ha alcanzado importantes logros en materia económica e interdicción de toneladas de cocaína que pretendían sacar del país. Pero los grandes medios no reparan en estas cifras; las ocultan o las niegan o, incluso, llegan al colmo de retorcer los motivos de estos buenos indicadores. Por ejemplo, si baja el dólar, dicen que es a causa de las dificultades del gobierno, algo totalmente inverosímil. Lo cierto es que el gobierno ha logrado controlar la volatilidad de la divisa, y ha reducido el desempleo, ha bajado la inflación y el costo de los alimentos. También ha aumentado la inversión extranjera, el número de plazas de trabajo, el turismo. Esto hay que decirlo, porque los grandes medios no lo harán. En cuanto a la fábula que cuenta que estamos en una dictadura naciente, sobra decir que no hay nada más fantasioso e irreal. Si estuviesemos en una tiranía, los opositores al cambio no tendrían la libertad de lanzar tantas mentiras y conspiraciones.


El golpe de Estado en marcha no tiene nada de blando; es de lo más violento y extremista. Ya lo hemos visto en otros países. Las masacres en Bolivia y el secuestro de un presidente en Perú solo son dos muestras de esta verdad inobjetable. Coincido plenamente con dos aspectos del último discurso del presidente. Hay un proceso de sedición que busca romper el orden constitucional para que vuelvan los mismos de siempre. Si esa mafia vuelve a dirigir el país, hundirá a Colombia en un nuevo genocidio. Eso quieren los golpistas. Todo esto por la locura de una oligarquía que se niega a ceder unos trozos del pastel y que quiere recuperar el poder político a toda costa. Tal vez, esta oligarquía no ha pensado que puede perder su apuesta.


Manuel Beltrán.


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