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PROFECÍA AUTOCUMPLIDA

  • Foto del escritor: Manuel Beltran
    Manuel Beltran
  • 11 feb 2023
  • 4 Min. de lectura

La profecía autocumplida es un mecanismo por el cual una falsedad se convierte en una realidad, con base en las expectativas, creencias preconcebidas o perspectivas que hacen que todo vaya encaminado a confirmar la mentira inicial. El mejor ejemplo es el de la derecha y su eterno mantra de que nos convertiremos en Venezuela. Para los derechistas, todo lo que hace el gobierno de Petro en Colombia es lo mismo que pasó en el país vecino. No les importa los matices ni ven las diferencias entre un proceso como el del Pacto Histórico y el chavismo. Llegan al punto de comparar, sin ninguna razón lógica, a políticos colombianos de corte liberal con los venezolanos de tendencia socialista. Pero en su mente todo encaja. Desde que surgió la posibilidad del triunfo por primera vez de la izquierda, ven cada paso como una consolidación de sus prejuicios ratificados en la realidad. Al principio se trataba de asustar para que la gente no apoyara el cambio. No se percataron que este mecanismo es un arma de doble filo. A la vez que pretendían infundir el miedo, abrían las puertas a la ideas de transformación, mucho más a la izquierda de lo habitual. Mientras hablaban de dictadura y cambio de régimen en el país hermano, ambientaban su propia caída en Colombia. Así sucedió. Ahora, que la izquierda ya está en la presidencia, se busca pronosticar e instaurar en el imaginario colectivo la idea de que las medidas de cambio fracasarán y el país se dirige por mal camino. Es decir, los cambios no son nada si no se gana la lucha por el imaginario colectivo.


No se trata de tomar una postura de superioridad sobre los procesos internos de cada país, como hace esa "izquierda" que quiere quedar bien con todo el mundo. En lo que va de este siglo, cada pueblo de nuestra Latinoamérica se ha visto avocado a enfrentar multiples retos y amenazas. No es fácil enfrentarse a EEUU y sus aliados. Por otro lado, es falso afirmar que lo que vive Colombia es igual a lo que pasa en Venezuela o en cualquier otro país. Lo real es el parecido y semejanza de la derecha a lo largo de toda la región latinoamericana. Si hemos de hablar de métodos y formas similares, debemos señalar que la derecha es la que implementa la misma política, esté o no en el poder de cada país. Lo de convertirnos en Venezuela tiene más lógica si pensamos que la oposición de derecha en Colombia hará lo mismo que la derecha venezolana. Hay más fundamento para eso. Duque y Guaidó se parecen más entre sí, que Maduro y Petro. Ambas derechas acusan a la izquierda de dictadura por haber ganado las elecciones, se cobijan detrás de EEUU y buscan a toda costa imponer el modelo neoliberal. Estoy seguro de que la derecha colombiana es capaz de pedir bloqueos o invasiones, mientras el proceso de izquierda siga profundizándose. Por el momento, ya están usando el arma de la especulación de precios y el sabotaje a la economía por parte de la junta uribista en el Banco de la República.


Estamos ante otra muestra del bajo nivel de la oposición. Reducir todo al fantasma castrochavista demuestra lo poco que tiene la derecha para ofrecerle a un país como Colombia. La mentira ha sido la principal herramienta que han empleado los opositores para intentar torpedear las reformas; esto ya no es noticia. Lo peculiar es que los mismos que han engañado al pueblo toda la vida se creen hoy sus propias mentiras y pretenden que los demás caigan en el mismo pozo. Este es el caso del ICBF. La oposición repitió tantas veces que la ex directora Baracaldo era un cuota de la Primera Dama, que acabó creyéndoselo. Empezaron un ataque sin descanso para tumbar a dicha funcionaria, convencidos de su propia tramoya. La realidad es que le hicieron un favor a Petro. La señora Baracaldo era producto de los acuerdos con La U para las mayorías del congreso. Pero con los ataques de la oposición, el presidente pudo removerla del cargo sin ningún coste político y nombrar a un persona más cercana, que proviene de la Bogotá Humana. La oposición se hizo harakiri en esta ocasión. Y lo mejor es que el caso no afectó las mayorías parlamentarias.


Lo que pasó con el hijo de la Gata es otra prueba incuestionable del uso de este método. El gobierno jamás pidió su liberación, por ello no hay ningún documento que pueda evidenciar lo contrario. No hay ninguna solicitud del ejecutivo ante ningún tribunal. Lo que existió fue la extra limitación de un juez, que parecía más interesado en lanzar un ataque contra la política de Paz Total. Los medios, sin ningún pudor, esparcieron la noticia falsa por todas partes. Luego, rectificaron de manera cínica, dejando un manto de duda sobre los hechos y el proceder del gobierno. Sin embargo, la mentira era tan burda, que acabó por venirse abajo rápidamente. El juego de las expectativas en un profecía autocumplida es un proceso de sugestión colectiva. A la derecha se le han caído tantas mentiras en estos escasos seis meses, que todo lo que diga es sospechoso de ser una farsa más. El imaginario colectivo dice que la oposición será capaz de inventar cualquier engaño para volver al poder. Podríamos decir que por ahora prima la razón sobre la hipocresía y la falacia.


Como hemos señalado, es un arma de doble filo. Es decir que la oligarquía pronosticó el entuerto en el que ahora está metida; sembró y abonó el camino que condujo al país hacia el cambio estructural en términos sociales, geopolíticos y económicos. Así que entre más desgracias pronostique, puede ayudar involuntariamente a profundizar el proceso popular. Entre más mentiras diga, será menos creíble y su capacidad de daño disminuirá. Pero la derecha no tiene nada más que brindarle al país. Seguirá mintiendo sin parar, con la esperanza de que alguna de todas esas patrañas destruya a Petro. Todo esto indica que no es la hora para que el pueblo caiga en tibiezas. Entre más avanza, sus opresores de toda la vida cometen más errores involuntarios. El miedo va cambiando de bando. Por eso, algunos que intentan contener el devenir de esta historia no quieren ver al pueblo movilizado por las reformas. Entre más participe, más difícil será de domar. Ya no valdrán las mentiras ni falsos profetas. Colombia habrá cambiado por completo.


Manuel Beltrán.


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