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FASCISMO ENCUBIERTO

  • Foto del escritor: Manuel Beltran
    Manuel Beltran
  • 21 ene 2023
  • 5 Min. de lectura

Actualizado: 23 may 2023

Primo Levi fue un escritor italiano que sobrevivió a los campos de exterminio nazi y relató en varias obras cómo operaba esa maquinaria de muerte. Quizá, uno de sus textos más conocidos sea Si esto es un hombre (1947), en donde cuenta su paso por Auschwitz. En aquel momento, Primo Levi y la humanidad pensaban que el fascismo era un monstruo derrotado, que estaba desapareciendo. Sin embargo, en el prefacio de 1976, en el que Primo Levi aborda varias de las preguntas más comunes sobre sus libros, el autor italiano llega a la conclusión que el fascismo ha vuelto de una manera encubierta y más peligrosa. Casi 50 años después, esta advertencia se ha cumplido con toda seguridad: el fascismo volvió y hoy amenaza al mundo con arrastrarlo nuevamente a la barbarie, camuflado bajo los ropajes de la democracia liberal.


¿A qué se debe este resurgimiento del fascismo? ¿Cómo es posible? ¿De qué manera se expresa hoy en el mundo, especialmente en Latinoamérica y en un país como Colombia? ¿Por qué esa necesidad de camuflarse? ¿Por qué es una amenaza para el proceso de cambio que vive el país sudamericano?


Lo primero que habría que preguntarse es lo siguiente: ¿Cómo es posible que en Colombia se denuncie el uso de hornos crematorios en Bogotá para desaparecer manifestantes durante el Paro Nacional y nadie investigue y no haya ninguna consecuencia? La respuesta es que el fascismo hoy en día se disfraza con los ropajes de la democracia para acabarla y quedar en la impunidad. Aplastar la razón, pero presentarse como su defensor. Durante el Paro Nacional se hallaron manifestantes muertos en los ríos, descuartizados en basureros o incinerados en centros comerciales supuestamente vandalizados. Muchos fueron desaparecidos y no hay rastro de su paradero. Estos hechos son suficientes para pensar que pudo haber un sistema que borrara la matazón que cometió el fascismo para intentar evitar el cambio en Colombia. Solo que ahora se pretende negar, invalidar como si fuera una ficción; lo mismo que hacen los nazis hasta el día de hoy para tapar el holocausto.


El fascismo resurgió de la mano del neoliberalismo. No por casualidad, ambas corrientes conciben que el Estado debe estar a disposición de las grandes empresas. El neoliberalismo que planteó el fin de la historia no es más que la siguiente fase del corporativismo que defendían los fascistas. Se crea una casta de súper millonarios, que instrumentaliza al Estado de tal forma, que la República desaparece y los ciudadanos se convierten en esclavos sin derechos. En otras palabras, es la barbarie del más fuerte y de la segregación. El Estado no está para garantizar los derechos de los seres humanos, sino para imponer los privilegios de los nuevos elegidos como super hombres.


No es casual, en este sentido, que en Colombia los denominados tibios y la extrema derecha uribista cada día coincidan más en sus ataques al gobierno popular. Los dos grupos son hijos de ese neoliberalismo. De hecho, la brutal represión contra el pueblo en días del Paro Nacional fue el intento por impedir el colapso del modelo. Emplearon cualquier método para alcanzar este fin. Los crímenes fueron tan brutales, que solo pretendían imponer el terror al pueblo que despertaba en la movilización. Emplearon la muerte como un sistema para esclavizar e impedir la libertad. Al final fracasaron.


Otra de las razones por las que el fascismo ha retornado es la equidistancia política. Primo Levi lo deja claro al demarcar con vehemencia las diferencias entre la URSS y el III Reich. Al término de la Guerra Fría, los neoliberales intentaron convencer al mundo entero de que el comunismo y el fascismo eran lo mismo, así criminalizaban a los primeros y redimían a los segundos. Nada más lejano de la realidad, la mayor prueba fue que la URSS derrotó al nazismo. Pero todo este discurso promovido por Occidente servía para derechizar al mundo y acabar con las conquistas sociales del siglo XX. Se permitió que la democracia se envenenara con lo más reaccionario para combatir al comunismo. El liberalismo y el anticomunismo se hicieron uno. Así, el fascismo perdió la Segunda Guerra Mundial, pero se adueñó, como un parásito, de la democracia occidental. En esto acabó la política de indultos a los nazis, que llevó a cabo EEUU para combatir a la Unión Soviética.


En Colombia y en el resto de Latinoamérica, esto se repite sistemáticamente. Hay decenas de partidos y políticos que fingen ser lo que no son. Hay fascistas que se camuflan de centro derecha y hay liberales que se camuflan de centro izquierda. Eso es lo que hacen los llamados tibios y la extrema derecha en el país. Así pueden engañar al pueblo y vender la esclavitud como libertad y la mentira como la verdad. Se denominan demócratas, pero odian las políticas a favor del pueblo. Dicen ser feministas, pero solo usan estas ideas para eliminar políticamente a sus contradictores. Algunos no solo buscan la desaparición física mediante hornos crematorios. También les gusta desaparecer del plano político a sus rivales mediante falsas denuncias y la lapidación mediática por supuestos acosos sexuales que solo aparecen en época electoral. Eso sí, jamás admitirán que son como los fascistas de un siglo atrás. Siempre se denominarán a sí mismos como demócratas.


El fascismo necesita borrar la memoria para volver a operar. Necesita trastocar la historia y deformarla para volver a cometer sus crímenes de odio y supremacismo. Los nazis intentaron por todos los medios ocultar sus horrendos crímenes. Hicieron todo lo posible por borrar los rastros que enseñaran al mundo lo demencial que es el fascismo. Hoy en día siguen negando sus aberraciones contra la humanidad. Ponen dudas sobre la veracidad del exterminio e intentan presentarlo como una ficción. Y no es nada nuevo. Hitler llegó al poder mediante la manipulación de la supuesta democracia de la República de Weimar, en la que contó con toda la complicidad de los socialdemócratas que permitieron los grupos paramilitares de extrema derecha para que combatieran al comunismo. Así asesinaron a la Rosa de Luxemburgo.


Esta es la distopía que nos dejó "el fin de la historia": fascistas que dicen defender la democracia y la libertad, además de ser los nuevos feministas. En esto acabó la volatilidad de las ideas y el pensamiento debilucho de la posmodernidad. Volvimos al pasado sin darnos cuenta y resulta que los españoles no invadieron el continente americano, sino que lo liberaron de los Aztecas. Los gringos no invaden países, sino que los liberan del yugo del patriarcado. Los nazis en Ucrania son la "vanguardia de la democracia occidental", etc. Colombia no es indiferente a este proceso mundial. No es casual que los llamados tibios, o la derecha liberal, haya estado alineada con la extrema derecha durante el Paro Nacional. No es raro que nadie quiera investigar el brutal crimen de lesa humanidad de haber desaparecido a manifestantes en hornos crematorios. Tampoco es una casualidad que la extrema derecha esté llamando a un golpe de Estado en nombre de la libertad contra el gobierno elegido democráticamente en la urnas. El cinismo del fascismo no conoce límites y es una ideología perversa que convierte a la maldad en método de esclavitud. La humanidad y nuestro país deben derrotarlo por el bien de los pueblos. Aunque se mantenga en la impunidad lo de los hornos crematorios, estos crímenes de lesa humanidad nos prescriben.


Manuel Beltrán.


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