
DE LIBERTADOR A TIRANO
- Manuel Beltran
- 4 feb 2023
- 5 Min. de lectura
Actualizado: 5 feb 2023
Ad portas de cumplirse los primeros seis meses del gobierno de cambio, es pertinente retomar dos personajes históricos que el presidente mencionó en su discurso de posesión: Simón Bolívar y Gabriel García Márquez. Es decir, hablemos de El General en su Laberinto. Es una novela de nuestro premio Nobel, que presenta el último viaje de Bolívar, en el que pasó de ser El Libertador al tirano que había sido desterrado. Hace 200 años la oligarquía se salió con la suya y fue capaz de presentar al procer del pueblo como un aspirante a Julio César o un seguidor de Napoleón. García Márquez utiliza varios recursos literarios para abordarlo. Por ejemplo, un graffiti de la época en el que se acusa a Bolívar de ser un déspota y que este observa mientras sale de Santa Fe con rumbo a la Costa Caribe. El fundador de la República, el que dio todo por su liberación, fue acusado de quererse convertir en un monarca, en un emperador. Los enemigos del cambio usan la misma estrategia hoy en día. Intentan mostrar al presidente Petro, elegido democráticamente, como un dictador que gobierna desde Twitter y según sus caprichos. Hasta lo amenazan con que el pueblo, al que el mandatario pide movilizarse en favor de la reforma a la salud, algún día se volverá en contra suya. Hasta lo han comparado con Robespierre, lo cual no se sabe si es una amenaza o una tontería Pero lo único que ha hecho el presidente es cumplir la Constitución y las promesas de campaña. Esto último es lo que más le duele a los que quieren volver al pasado, porque implica un verdadero cambio para el país.
Todo el que gobierne para el pueblo será declarado como un enemigo y un objetivo a eliminar para los sectores más acaudalados y poderosos del país. En las últimas semanas se ha visto desplegado todo un aparato organizado por la oligarquía para tumbar las reformas y al mismo gobierno, a punta de mentiras, chismes, encuestas amañadas, falsas denuncias de acoso, videos editados y manipulaciones de todo tipo. La derecha ha sido incapaz de construir una oposición seria, así que ha optado por la vía golpista y antidemocrática. Pero esto no lo aceptarán. De hecho, se presentan como los defensores de la democracia e intentan instaurar una paranoia colectiva en la que todo señala al presidente Petro como un dictador al que hay que sacar mediante un golpe de Estado. Más o menos la alternativa que propone la derecha es asesinar la democracia para salvar la democracia. El asunto es que la oligarquía confunde democracia con privilegios. Si sus intereses están garantizados, lo llaman sistema demócrata. Si se garantizan los derechos del pueblo, lo llaman tiranía.
Marx decía que la historia se repite. Primero se presenta en forma de tragedia, luego, como una farsa. A Bolívar no le quedó más remedio que ser proclamado dictador del Perú en 1824 para intentar salvar la unión y acabó fracasando. Pero los intentos de la oligarquía por presentar a Petro como un dictador son ridículos, aunque por esto no dejen de ser peligrosos. Al respecto, cabe mencionar lo sucedido con el control sobre las tarifas de los servicios públicos. A los medios privados y a los politiqueros de derecha no les importó que el presidente leyera el artículo de la Constitución que permite que el jefe de Estado asuma dicha vigilancia, aún así quisieron mostrarlo como un acto dictatorial, que destruirá el mercado y otra cantidad infinita de teorías apocalípticas. Pero todo es absurdo. ¿En qué parte del mundo se ha visto que un dictador se apegue a los mandatos constitucionales? Lo que ha hecho el presidente es la verdadera democracia, de acuerdo a la ley. Lo que pasa es que va a tocar los intereses de las grandes compañías eléctricas, que vienen aprovechándose de los colombianos. Lo más importante fue la reacción del pueblo: alegría por unos servicios públicos a un precio justo y no amañado.
Otra de las promesas que ha cumplido el presidente Petro es la del metro de Bogotá. El mandatario siempre aseguró que nunca sería cómplice del entramado corrupto del metro elevado de Peñalosa. Pues, vuelve y juega, la derecha dice que eso es dictadura; cumplirle al votante es tiranía, según los monopolios mediáticos. La que incumplió y traicionó al pueblo fue la alcaldesa, que hizo campaña demandando el elefante blanco en el Consejo de Estado. Ahora, es la defensora número uno de ese metro sin estudios. Sin embargo, los medios la presentan como la víctima del despotismo. No les importa arruinar la ciudad con un metro elevado, que estaría destinado a ser el nuevo Cartucho. La Caracas, la Primera de Mayo y el resto del sur de la ciudad no se merecen eso. Aunque Peñalosa los haya escondido, el metro subterráneo sí contaba con estudios; está más adelantado. En este punto la estrategia de la derecha es la misma. No da la cara por la falta de estudios, sino que señala al presidente de ser un despechado que actúa por capricho. Sin embargo, el presidente está actuando bajo el régimen presidencialista que rige en Colombia y el Estado es el que pone el 70% del dinero, así que tiene todo el derecho a exigir el mejor metro. Además, Petro ha solicitado conceptos jurídicos de especialistas en derecho. ¿Cuantos dictadores hacen eso? Ninguno. Bogotá no es una república independiente. La capital no tendrá un alimentador elevado de Transmilenio, sino un metro de verdad y subterráneo.
La campaña para mostrar al presidente elegido en las urnas como un dictador la lideran los medios privados de comunicación, a los que no les sirve las reformas del gobierno popular. Todos parecen bien coordinados para difamar al gobierno con mentiras, chismes y embustes. Por ejemplo, esta semana intentaron mostrar al saliente presidente de Ecopetrol como una víctima, cuando lo cierto es que estaba en contra de la política del gobierno, mayor accionista de la empresa. No es dictadura. Lo que pasa es que no les gusta y no han aceptado que Petro gobierne y le cumpla a la gente. Lo peor de todo es que actúan como una gavilla, que quiere silenciar a la fuerza al mandatario para que no pueda defenderse. Por eso no les gusta que los desmienta por Twitter ni que le hable directamente al pueblo. Como la derecha es la que en verdad quiere imponer una dictadura fascista, después de dar un golpe de Estado, necesitan imponer el pensamiento único contra Petro, la dominación y el sometimiento. Por eso no les gusta el debate de las reformas en la plaza pública.
En la novela de García Márquez sobre Simón Bolívar, se muestra dos escenas que representan la cumbre y la caída. Cuando Bolívar vuelve de sus campañas libertadoras a la actual Bogotá, es recibido por el pueblo con total entusiasmo. Cuando sale al exilio y a la muerte, el pueblo le ha dado la espalda, engañado por los pasquines de aquel entonces que pintaban a la Libertador como un tirano. Ahí está la clave para vencer la conspiración que busca impedir la transformación del país. El respaldo del pueblo es fundamental. De allí la importancia de salir a respaldar las reformas elegidas en las urnas. La derecha insulta y menosprecia al pueblo al decir que saldrá por unas reformas que supuestamente desconoce. Las reformas son el plan de gobierno por el que la mayoría votó. Llegó la hora de cambiar el país y desmontar el modelo neoliberal. La verdadera democracia es la que funciona en favor de la mayoría de la población, no al servicio de unos cuantos privilegiados que se oponen a los cambios. Ellos son los que quieren una verdadera dictadura.
Manuel Beltrán.
Comentários