
NUEVO RÉGIMEN
- Manuel Beltran
- 23 mar
- 5 Min. de lectura
El proceso de cambio en Colombia ha llegado al punto de abrir una senda tangible que lleve a una nueva realidad. Por más que ha intentado, el antiguo régimen no ha conseguido frenar la transformación, ni con la zanahoria ni con el garrote. La consulta popular, la permita o la impida el Congreso, es un proyectil que ya está en el aire y su impacto será demoledor. Es una voz como la de Era, la madre tierra, cuando anunciaba la caída de Cronos a manos de uno de sus hijos, en aquel mito griego donde Zeus derroca a su padre. Hesiodo realiza su Teodicea como una lucha de generaciones, en la que los jóvenes siempre defenestran al pasado. El cambio real siempre será una lucha entre el viejo régimen y el nuevo. Se ve perfectamente en las pinturas ya clásicas sobre Saturno, nombre romano de Cronos. Podríamos comparar el Saturno de Rubens con el de Goya. Para esta ocasión, elijo el de Rubens por una simple razón: el rostro de la víctima devorada que, a diferencia del de Goya, se aprecia con gran claridad. Se puede contemplar el sufrimiento de aquel nuevo régimen abortado por el pasado, que ya no encuentra forma de satisfacer su ambición por mantener el poder y consume a sus propios hijos. Así es el antiguo régimen cuando hunde una de las reformas sociales, como pasó con la laboral; cree que detuvo el cambio, pero solo lo precipita.
La jugada de la consulta popular es una jugada maestra, a la que se llegó después de seguir una serie de movidas igual de necesarias. La depuración del gabinete de gobierno, la transmisión de los consejos de ministros, la revelación de Pegasus, la captura de Papá Pitufo y, ahora, el hallazgo de los medicamentos acaparados en una bodega perteneciente a uno de los monopolios que maneja a su antojo la distribución de medicinas en el país. En cambio, el antiguo régimen ha seguido con la misma táctica que adoptó, una vez falló la cacareada "explosión controlada" y se tomó la vía del golpismo y la desestabilización con el complot de la UNGRD (diseñado para tumbar o arrodillar al gobierno). Ha sido la astucia del pueblo y de su ejecutivo la que ha sabido revertir tanta conspiración y jugadas sucias. No hay nada de lejano en esto al mito de Zeus, quien derrocó a su padre por medio de la astucia, pues lo embriagó y le dio una pócima para derrotarlo y liberar a sus hermanos cautivos en el vientre de aquel tirano. En cambio Cronos había matado a su padre, luego de castrarlo. El paso de Cronos a Zeus representa una modernización si se quiere. El paso de la barbarie a la sagacidad moderna. Se ha forjado el mundo donde los humanos vivirán, aunque no sea Zeus su creador, pues fue Prometeo. Es en ese nuevo mundo, en ese nuevo régimen, donde aparecen hombres como Odiseo, capaz de usar la fuerza de la razón y no la brutalidad. Eso es lo que pasa en Colombia, hay un proceso que busca dejar la premodernidad, consagrar la nación a la razón y dar paso a la humanidad.
Ya lo hemos explicado anteriormente: el antiguo régimen solo acelera el cambio al intentar detenerlo, como si se tratara de un juego de niveles que se van superando. Los errores y aciertos, los golpes recibidos y los dados, son parte del proceso. Los hemos ilustrado, incluso por medio de la misma estructura de las columnas de El Latinoamericano que, en realidad, serán capítulos de la crónica de este proceso de cambio, dividida en tres partes o temporadas. La primera de ella se titulará: "El fracaso de la explosión controlada", que aborda el primer periodo del gobierno popular, el intento de cooptación por parte de la oligarquía, la primera salida de ministros, de los neoliberales como Ocampo y Gaviria, y la aprobación de la reforma pensional. La segunda llevará el nombre: "La oligarquía contraataca" (sí, es un guiño a Star Wars y su estructura romana de monarquía-república-imperio y caída), donde se expone el fracaso del complot de la UNGRD para tumbar al gobierno, pese a llevarse a varios ministros por delante; también expone las luchas internas derivadas de ese nuevo intento por adueñarse y desviar al gobierno por parte de los santistas y los emisarios del Grupo Aval. Esta última temporada o parte, "Nuevo Régimen", tratará sobre lo que viene después de que el gobierno popular pudo romper ese nuevo cerco, por medio de la expulsión de los infiltrados, el acercamiento al pueblo a través de los consejos de ministros y la decisión de abrir la consulta popular; que acaba con una maravillosa y masiva movilización del pueblo el día 18 de marzo de 2025. Si pensaron que el pueblo se iba a someter, obtuvieron el resultado contrario.
No eran simples reformas, pues apuntaban a los puntos vitales del antiguo régimen neoliberal. La oligarquía se equivocó al pensar que podía detener el proceso de cambio con un simple bloqueo a las iniciativas del gobierno, como pasa en el Congreso y la Corte Constitucional. No se percató que al hacer esto lo que se ponía en tela de juicio, en debate, ya no eran las simples reformas, sino el mismo orden en su totalidad, el régimen existente. Si el sistema no permite reformas, lo que se debe cambiar es el sistema. La oligarquía no lo vio así, cegada por su soberbia. Ahora no sabe cómo responder, si niega la posibilidad de la consulta popular o no, si Petro logra el umbral o no, si esto queda para 2026 o no. Hay otro fracaso: con esto ha quedado claro que el cambio no es un absurdo, pues la necesidad de llevarlo a cabo salta a la vista. También se ha hundido el cuento, creado por los montajes contra el gobierno, que este no representa el cambio, pues es claro que lo sigue promoviendo contra viento y marea. En cuanto a los sectores populares, deben comprender que tienen que dejar la tibieza. El antiguo régimen no se va a ir hasta que se le expulse por completo. Volvamos al mito. Zeus tuvo dudas, quizá por compasión, para acabar con Cronos y no lo decapitó en un principio. Luego, se dio cuenta de su error y lo envío definitivamente al Tártaro. Este acto concretó el nacimiento del nuevo régimen, se dejaron de devorar a los hijos y al futuro. Veámoslo en dos hechos históricos. Una de la causas por la que la Revolución Rusa triunfó a diferencia de la Segunda República Española es que la rusa no descansó hasta acabar con el antiguo régimen, con el Zar y también Kerensky; en cambio, la española no sabía si hacer la revolución o acabar con el pasado. Colombia debe entender que no habrá un nuevo país hasta que el antiguo régimen se hunda por completo. Lo contrario sería permitir su retorno, quizá con otros ropajes; seguir administrando las miserias del pasado para, inevitablemente, terminar devolviendo el sistema a sus dueños de siempre.
Manuel Beltrán.
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