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NUEVO ESCENARIO

  • Foto del escritor: Manuel Beltran
    Manuel Beltran
  • 5 nov 2023
  • 5 Min. de lectura

Las elecciones regionales de este año en Colombia son la mejor prueba de que al establecimiento no le interesa reformarse. La oligarquía nos demuestra que el cambio para ella siempre será seguir en el pasado, un cambio para que nada cambie. Las elecciones trajeron de nuevo, especialmente en las grandes ciudades, a lo más rancio de la politiquería nacional. Lo peor de todo es que se volvió a usar el fraude como arma predilecta para burlarse de la voluntad popular. Los grandes medios volvieron a actuar como enormes máquinas de propaganda y desinformación para manipular al elector y convencerlo de que el fraude tan descarado es legítimo. Sin embargo, las fuerzas que se oponen al cambio en Colombia se equivocan en sus cálculos, cegados por su soberbia. Decir que el presidente Petro y el pueblo que lo acompaña están derrotados es completamente falso. Los resultados del Pacto Histórico se pueden interpretar de muchas formas, menos como un rotundo fracaso. Una coalición que no tenía gobernaciones ni alcaldías, ahora tiene decenas a lo largo y ancho del país. El cambio sigue en el gobierno y no va a desviarse por las interpretaciones sesgadas de analistas de la derecha. Es decir, el cambio y la oposición al cambio seguirá siendo la tensión que determine la política estatal. De hecho, esta contradicción se va a profundizar, pues las fuerzas del cambio y las que se oponen ahora van a intercalar sus roles. A nivel nacional y en algunos municipios y departamentos, la derecha será oposición. Pero en otros casos regionales, la situación será la contraria. En pocas palabras, los colombianos podrán comparar lo que significa seguir avanzando en el cambio y lo que representa volver al pasado. La lucha de los contrarios aumentará de cara al 2026 y ya sabemos que esa lucha es el motor de la historia, que puede provocar transformaciones más profundas, si las fuerzas del progreso avanzan en este nuevo escenario.


No es de extrañar que las grandes ciudades hayan optado por volver al pasado, algo similar ocurrió en 2016 con el plebiscito innecesario y tramposo que se inventó Santos para empezar a torcer el acuerdo de paz con las FARC. Si analizamos las reformas y la política concreta del gobierno, nos damos cuenta de que las más beneficiadas son las regiones, debido a que son las que menos han recibido históricamente. Por ejemplo, la reforma a la salud, que se ha convertido en un símbolo de la política de cambio del gobierno, tiene un gran énfasis en los territorios para intentar nivelar su situación sanitaria respecto a la de las grandes ciudades. Así ha sucedido también con medidas como la emergencia económica en la Guajira, que la "institucionalidad" se encargó de hundir; así también se ha hecho con proyectos universitarios para Buenaventura y el Catatumbo. Por eso, los resultados para las fuerzas del cambio en estas elecciones son mejores en las regiones. Las grandes ciudades fueron engañadas por el arribismo, por una pretendida superioridad social de la tal clase media, que los medios del sistema venden a diestra y siniestra. Engañaron al ciudadano de a pie, al trabajador, y lo pusieron a defender los intereses de los monopolios como Transmilenio o el GEA. Llenaron de paranoia al ciudadano humilde con terrorismo mediático, donde se presenta una "grave crisis de inseguridad", aunque los casos de homicidios en este gobierno son los más bajos de la historia. Le dijeron al comerciante que el gobierno "pagaba por no robar" y por eso el aumento de la extorsión, mientras ocultaban que la tasa interés demencial del Banrep es la principal ventaja de los gota a gota. Culparon al gobierno de Petro por el alza de la gasolina, cuando fue Duque el que dejó un hueco fiscal. Así, día a día, en medio de innumerables montajes, chismes y tergiversaciones, llevaron al pueblo al arribismo y a elegir el pasado; ese pasado donde robaban más, extorsionaban más.


No obstante, la manipulación mediática no fue suficiente, sobre todo en Bogotá, donde el alcalde "electo" queda con un manto de ilegitimidad con las alteraciones masivas y fraudulentas a las actas de escrutinio, conocidas como E-14. La derecha hizo campaña diciendo que acabaría con los hurtos y lo primero que hizo fue robarse las elecciones. Esto no solo se presentó en la capital del país, la Registraduría ha quedado de nuevo en la palestra pública por su bochornosa actuación. En varios municipios se presentaron desmanes y desórdenes ocasionados por este fraude masivo. En algunas regiones la derecha no pudo consumar el robo electoral, por lo que acudió a la violencia para modificar el resultado y obligar a la repetición de los comicios. En otras partes, la derecha desató el caos para borrar las evidencias. El resultado para el país es vergonzoso; la gran mayoría de políticos de derecha electos tienen serios señalamientos de corrupción y vínculos con la delincuencia organizada, incluso trasnacional. Por ejemplo, el gobernador electo de Antioquia tiene pendiente una imputación de cargos por corrupción. El alcalde de Barranquilla tiene serias denuncias en México, por vínculos con el cartel de Sinaloa. No hubo ninguna renovación por parte de esa derecha ni cambio de nombres. "Ganaron" los mismos, con las mismas mañas. Lo único que cambió es que el descaro es aún mayor.


Los aspectos mencionados nos llevan a una sola conclusión, bastante evidente: podemos afirmar que estos comicios regionales son el punto de partida para las elecciones legislativas y presidenciales del 2026, en las que la derecha está dispuesta a cualquier bajeza. En ese contexto, lo mejor que le puede pasar a la izquierda y a las bases populares es que las den por derrotadas. La soberbia de los sectores enemigos del cambio es su mayor debilidad, además de las múltiples ambiciones personales de los candidatos de la derecha, que ya se creen futuros presidentes. El odio contra el presidente Petro y a su gobierno no será suficiente para mantener cohesionados a personajes tan codiciosos. Mientras tanto, el pueblo ha encontrado una alternativa en esas regiones que le dieron la victoria al presidente Petro en el 2022. Especialmente, el Magdalena y Santa Marta son ejemplos de la lucha que vendrá, donde Fuerza Ciudadana consiguió vencer el fraude y a toda la derecha coaligada contra Carlos Caicedo, que emerge como la gran revelación de estos comicios. El partido naranja, Fuerza Ciudadana, logró la victoria mediante la organización y el compromiso férreo de sus dirigentes, algo de lo que a veces carece el Pacto Histórico por ser una coalición tan amplia. Sin embargo, no es pertinente, como algunos sugirieron, acabar con el PH. Se necesita como coalición de gobierno y para no perder lo construido hasta ahora de cara al futuro. Así se hizo en Santa Marta, el Pacto Histórico acompañó a Fuerza Ciudadana y a Carlos Caicedo en su lucha contra el fraude y los ataques de entes electorales, como el CNE y la Registraduría, que pretendieron sacarlos de las elecciones. Allí está la clave para el pueblo: la unidad y la renovación. Solo así las fuerzas del cambio podrán salir vencedoras en esta lucha de opuestos, en medio de este nuevo escenario.


Manuel Beltrán

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