
NUEVA OPERACIÓN CÓNDOR
- Manuel Beltran
- 10 dic 2022
- 3 Min. de lectura
Cada vez que se produce un ciclo de gobiernos de izquierda en la región latinoamericana, EEUU y las fuerzas conservadoras emprenden una nueva operación cóndor: es decir, robar la voluntad popular mediante golpes de Estado. Lo sucedido esta última semana en Argentina y Perú demuestra que hay en marcha una operación a gran escala para acabar con los procesos de cambio y volver a imponer gobiernos derechistas, fieles a los intereses del norte. La sentencia contra Cristina Fernández no tiene otro fin que sacarla de las elecciones del otro año. No tiene nada que ver con la justicia, es pura persecución política. Lo más grave, sin embargo, es el golpe de Estado perpetrado contra Pedro Castillo en Perú.
Aunque en apariencia Pedro Castillo llegó por el azar a la presidencia del país andino, la verdad es que el Perú ya vivía un proceso de transformación acelerada desde varios años atrás. El siglo XXI trajo la consolidación y desarrollo del capitalismo en el Perú. La inversión extranjera no se perdió en el vacío y hubo un proceso de industrialización. Esto hay que sumarlo a las enormes riquezas naturales que tiene en sus suelos. Perú es un país con un potencial enorme. Por supuesto, esto trajo un desarrollo que vino a profundizar las contradicciones en una sociedad desigual, gobernada por una oligarquía sin escrúpulos, encerrada en Lima, explotadora y racista. Los movimientos obreros, campesinos e indígenas han venido creciendo y organizándose. Hace años que llevan sacando del poder a derechistas de todas las pelambres. Y llegaron a poner presidente con Castillo, aunque fuera de manera algo fortuita.
El que no estaba tan preparado para el cargo era Pedro Castillo. Aquella oligarquía y la OEA aprovecharon este hecho de la manera más ruin y destruyeron a un hombre humilde. Desde el principio, en el momento en que se perfiló cómo ganador de las elecciones, se convirtió en blanco de todo tipo de ataques. Intentaron por todos los medios desconocer su victoria. Luego, buscaron no dejarlo posesionar y pidieron a las fuerzas armadas dar un golpe. Ya en el cargo, la persecución aumentó. Lo ridiculizaron, lo difamaron. Debido al poder excesivo del congreso, le tumbaron varios gabinetes ministeriales, pues el presidente debe pedir permiso al legislativo para nombrar sus ministros. Tampoco lo dejaban salir del país. Sin embargo, con el tiempo, Castillo fue resistiendo. Superó dos procesos de vacancia e intentó adelantarse a los golpistas. Eso sí, jamás tuvo gobernabilidad.
Al presidente peruano lo aislaron y lo dejaron rodeado de enemigos. La primera fue la vicepresidenta, que se sumó rápidamente al golpe. Le pudo más la ambición de ser ungida como la "primera presidenta mujer". También hubo traición de parte de sectores que se autodenominan de izquierda, como algunos progresistas que nunca le perdonaron a Castillo priorizar temas económicos, sobre asuntos identitarios. La peor traición fue la de la OEA. El presidente confió en la buena fe de dicha organización, pero es obvio que fue engañado. Almagro y el gobierno de EEUU fueron de los primeros en salir a felicitar a los golpistas, que pueden haber celebrado antes de tiempo.
Con el transcurrir de las horas, la situación ha venido cambiando. El intento por cerrar el congreso, por parte del presidente peruano, obligó a los golpistas a cometer varios errores muy graves. Primero, el proceso de vacancia no surtió el trámite debido, pues no hubo debate ni la defensa pudo pronunciarse. En consecuencia, Castillo sigue siendo el presidente. Segundo, tuvieron que secuestrarlo, con lo cual la respuesta popular ha sido salir a protestar masivamente por la liberación del jefe de Estado. Han despertado sin querer la solidaridad a favor de Castillo. Ahora, el pueblo pide en la calle que el congreso sea cerrado y se convoque una asamblea constituyente. Tercero, sobrevaloraron a Dina Boluarte, la vicepresidenta traidora. Le ha quedado muy difícil generar consensos a su alrededor, lo que ha debilitado al bando golpista. La respuesta tajante del pueblo ha sido desconocerla y repudiar su usurpación.
Por el bien de la región, lo mejor es que este golpe fracase. Es una de las mejores maneras para evitar que estos actos anti democráticos se extiendan por el resto de países. Al igual que la proscripción de Cristina Fernández debe fracasar, para que el poder judicial no sea usado como arma política para eliminar contrarios. El pueblo peruano tiene la palabra final. Si da la pelea, puede ser capaz de revertir la situación y avanzar. Eso sí, los golpistas están dispuestos a cometer más crímenes y cuentan con el apoyo de los grandes medios. Pero si el pueblo vence, la constitución de Fujimori quedará en el pasado y Latinoamérica seguirá acumulando mayor experiencia para enfrentar este tipo de amenazas. El tiempo lo dirá todo.
Manuel Beltrán.
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