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NARCO ESTADO PARAMILITAR

  • Foto del escritor: Manuel Beltran
    Manuel Beltran
  • 15 jul 2023
  • 4 Min. de lectura

A Jaime Garzón lo asesinaron por decir la verdad: a Colombia la dirigía la mafia. Sus personajes más polémicos y contundentes fueron los generales y presidentes que representaban el lado más radical de ese poder mafioso que se fue adueñando del país. A Jaime Garzón también lo mataron por ser un profeta; de lejos, el más aventajado de su tiempo. Advirtió, por medio de sátiras y de forma muy directa en sus conferencias, la toma del poder político por parte del paramilitarismo y el narcotráfico. Así resultó, tal cual. El paramilitarismo y el narcotráfico se adueñaron por completo del Estado. Cómo olvidar al congreso que aplaudía tras el discurso de Mancuso, ese que ahora confiesa que ese narco Estado paramilitar ordenó la ejecución de Garzón. Hoy, el país quedó en vilo con las denuncias que involucran al anterior comandante del ejército con el Clan del Golfo. Presuntamente, Zapateiro habría ayudado en la fuga de alias Matamba. Esto comprobaría que aquel período oscuro que anunció Garzón fue peor de lo que se pensó.



Al régimen de corrupción y desigualdad absoluta no le bastó el escándalo y entramado de Odebrecht, que involucra a los tres últimos expresidentes que ocuparon el poder por 20 años. La denuncia del conductor de la UNP que fue capturado transportando droga, alias el Narco chófer, pone en tela de juicio el papel de la fuerzas armadas en esas últimas dos décadas. ¿De qué lado estuvieron los que presumían defender al pueblo y a la República? Despues de esto y de innumerables denuncias parece más evidente que la convivencia con grupos ilegales es un realidad que ya nadie puede esconder. Las armas que se presume son para defender a cada ciudadano del pueblo colombiano se habrían empleado para proteger criminales de la peor ralea. Claro, hay que decirlo, el régimen de corrupción y el narco Estado paramilitar van de la mano, son uno solo. Solo un régimen tan corrupto permitiría que los mafiosos manejen las armas de la República y solo un narco Estado paramilitar toleraría tanta corrupción.


El ascenso de la mafia hasta las cumbres del Estado, consentido por la oligarquía, trajo el exterminio y la barbarie. Los falsos positivos, que estos días han estado en el centro de la palestra por los procesos en la JEP, son el ejemplo más visible de esa política criminal que se adueñó del gobierno y sus instituciones. Hace pocos días el país conoció las confesiones de militares que cometieron las ejecuciones extra judiciales a cambio de beneficios económicos y vacaciones. El cementerio de Dabeiba se ha convertido en un símbolo del terror fascista que asoló a toda la nación, especialmente contra los más humildes e indefensos. Hoy sabemos esta verdad, pero en su momento todo esto se presentó como algo heróico, digno de admiración. Se ocultó la alianza entre las FFMM y los paramilitares. El fascismo se camufló en todos los aspectos e intentó venderse como la normalidad democrática. La mafia se disfrazó de Estado y pudo cometer a plena luz los crímenes más horrendos, amparada en la impunidad y aplausos de los sectores más acaudalados. Un exterminio planificado para dominar al pueblo y que se ensañó principalmente con la juventud.


Esa misma barbarie fue la que dirigió la brutal represión sobre el pueblo durante el Paro Nacional o la Revolución Popular que lo cambió todo. Torturaron, desaparecieron, mutilaron, asesinaron, violaron y lanzaron a los ríos a las víctimas de los enemigos del pueblo. Sin embargo, esta vez la demencial violencia no fue suficiente para contener la marejada popular, que estaba decidida a echar del poder a sus opresores de toda la vida. Lo hizo de forma pacífica y valerosa, aunque esas fuerzas reaccionarias sigan criminalizando al pueblo por haber ejercido su derecho inalienable de defender su libertad y sus conquistas sociales. Esa barbarie narco paramilitar fue vencida en la calle y luego se concretó su derrota en las urnas. Aún así, estas bestias no se resignan y están dispuestas a volver a someter al pueblo a cualquier costo, como un golpe de Estado y otro genocidio. Esos que han sido señalados de tener relaciones estrechas con el paramilitarismo son los que promueven el desconocimiento y derrocamiento del jefe de Estado.


Estamos en un momento crucial, en medio de un país que queda en el pasado y otro que nace. Nos ubicamos en medio de la barbarie y la posibilidad de progreso. Pero no será fácil, ni la lucha se acabó con el Paro Nacional. Para que se sumerja en el pasado aquel país donde se eliminaba candidatos presidenciales o se exterminaba a todo un partido político por su ideología de izquierda, debe derrotarse las conspiraciones de la derecha reaccionaria. Se debe vencer sus campañas de desinformación, que ocultan los logros del gobierno popular y centran el debate en chismes, rumores y tonterías. No solo está en juego el presente del actual ejecutivo nacional. Está en juego el futuro, que la barbarie no vuelva por los hijos del mañana. Hay que vencer para que la historia no se repita ni las fieras de la muerte regresen al poder central. No basta con haberlos echado, hay que impedir que retornen.


Manuel Beltrán.

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