
MURALLA CONTRA EL FASCISMO
- Manuel Beltran
- 6 may 2023
- 4 Min. de lectura
La herencia de España es innegable y a la vez contradictoria. De España viene el yugo colonial que aún reside en esos lastres feudales del neoliberalismo. Pero de España también heredamos la lucha a muerte por la independencia; ella de Napoleón, nosotros de ella. De España viene la Operación Cóndor, que no es más que la imitación del golpe militar de extrema derecha contra un gobierno popular (no olvidar que en la bandera franquista se lucía con orgullo a una especie de buitre). Pinochet no era más que un pupilo aventajado de Franco. Pero España también nos legó la lucha antifascista de los republicanos, comunistas y anarquistas. De España vienen esas canciones de la Guerra Civil que tanto han inspirado la lucha por la libertad de los pueblos, como A Las Barricadas, Si me quieres Escribir o Himno Al Guerrillero. Así es, las guerrillas también son un legado español. Las guerrillas existieron en España mucho antes que en Latinoamérica, cuando la resistencia a la dictadura de Franco no halló más refugio que en los montes. Por todo esto no debe extrañarnos que el bando fascista haya intentado sabotear en balde la visita del presidente Petro a ese país. Tampoco es casualidad que los sectores que dicen ser sucesores de la lucha antifascista le hayan dado la bienvenida con honores. Petro se ha convertido en el bastión del bando republicano, humanista y antifascista en nuestra región. El proceso de cambio en Colombia simboliza y representa una muralla contra el avance del fascismo. Por esta razón vemos que agentes de la extrema derecha de varios países atacan al presidente colombiano y al proceso de transformación que encabeza, el cual pretende tener en la Europa (especialmente la latina) una aliada contra el yugo anglosajón y sectores reaccionarios de otras latitudes.
La derecha colombiana no ha tenido reparos en aliarse con sectores extremistas de otros países para atacar al gobierno de Petro. De hecho, los invita abiertamente a que intervengan en los asuntos internos de Colombia de la manera más vulgar e irrespetuosa. Esto no solo es una actitud apátrida, que no sobra decirlo; también demuestra la importancia geopolítica de Colombia, el peso del gobierno de cambio a nivel internacional y la debilidad de la derecha colombiana. A falta de líderes medianamente serios, los sectores reaccionarios han optado por importarlos. Han traído pseudo periodistas, supuestos influencers y proclamaron como líderes a presidentes extranjeros solo por ser de extrema derecha y atacar a la administración de Petro. Estos actores foráneos han respondido a los llamados porque ven al presidente Petro como el líder del nuevo ciclo progresista regional y al proceso de cambio en Colombia como un ejemplo que puede frenar el avance de la extrema derecha y convertirse en una alternativa para los pueblos. Por otro lado, salta a la vista la importancia del país en la balanza de la política internacional. Colombia ha recuperado su papel como punta de lanza de la integración latinoamericana y esos sectores reaccionarios que atacan al país responden a intereses del imperialismo occidental que se basa y necesita la división de nuestra patria grande. De ahí que no solo haya traición en los actos de la derecha local, sino que también se presenta mucha miopía al no ver el papel protagónico que Colombia puede tener en un mundo multipolar.
Los ataques empezaron con el presidente de Guatemala, una mala copia de Trump, que se prestó para poner en duda el buen nombre del ministro de defensa. Fracasó y al poco tiempo tuvo que echarse para atrás ante la firme respuesta del gobierno colombiano. Sin embargo, la derecha aplaudió a Giammattei a rabiar, en vez de ponerse del lado de su propio país. Luego proclamaron al presidente de El Salvador como su nuevo líder, un tipo que salió del partido de izquierda, luego se vendió como independiente de centro y acabó en la extrema derecha más radical. La misma historia de Uribe, que salió del partido liberal, se vendió como independiente y acabó como jefe del fascismo. Por eso no le ha salido la jugada con Bukele. Colombia ya conoce esa mentira que acaba en dictadura. Al final las supuestas buenas cifras de seguridad son falsos positivos. La derecha colombiana también ha fomentado que los golpistas peruanos ataquen al gobierno de Petro, ante sus denuncias por los crímenes que se han cometido contra el pueblo peruano y el presidente Castillo. También han traído a demagogos desde la Argentina, representantes de la extrema derecha que amenaza con tomarse otra vez a ese país y retornarlo a tiempos de Videla. Por último, han pedido ayuda a los neonazis de Vox, tan fascistas, que el partido tradicional de derecha de España, el PP, se niega a tener acuerdos con ellos. El presidente les recordó cosas importantes a estos herederos del franquismo y nostálgicos del imperialismo español: por ejemplo, la resistencia contra el fascismo empezó hace un siglo en Madrid; la lucha por la libertad es la base de nuestras repúblicas; en consecuencia lo que habría que restituir sería la República, no el imperio. Por supuesto, además ha invocado a sus amos de EEUU para que interfieran en los asuntos internos de nación. Así, la derecha va rodeando al país de enemigos; así empiezan los bloqueos y las invasiones.
No fue casualidad que el presidente de Colombia insistiera tanto sobre la cumbre que se llevará a cabo entre la CELAC y la Unión Europea y mecanismos reales que permitan la hermandad entre estos dos bloques. Lo importante no solo sería reactivar la CELAC, sino ejercer negociaciones colectivas por parte de Latinoamérica. Divididos frente a un bloque como Europa, siempre tendremos las de perder. El primer paso entonces es que toda la comunidad latinoamericana se constituya en un pilar de poder dentro del mundo multipolar que está naciendo. Pero debe ir más allá. La relación con Europa, especialmente la latina, se hace necesaria para contrarrestar el dominio de los imperios anglosajones. Se trata de buscar una vía alternativa de desarrollo y diplomática dentro del mismo Occidente. También se espera que Europa, aunque sea la del sur, sea capaz de pensar y actuar por sí misma, cosa que ha quedado en duda después de la guerra en Ucrania. En consecuencia, la relación Latinoamérica y Europa debe estar encaminada hacia la cooperación y no el sometimiento. De esta manera Colombia se ha de convertir en un pilar del nuevo mundo, un una muralla contra la barbarie fascista del pasado.
Manuel Beltrán.
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