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LA HISTORIA DEL CÓNDOR: FALSA TRANSICIÓN

  • Foto del escritor: Manuel Beltran
    Manuel Beltran
  • 5 ago 2023
  • 5 Min. de lectura

Actualizado: 7 ago 2023

Un golpe de Estado, la posterior dictadura genocida que trae y la normalización de toda esa barbarie, a través de un proceso de falsa transición, también es una gran pantomina, una enorme farsa capaz de arrastrar al abismo a toda una nación. El Cóndor, al igual que las películas de Hollywood, tiene pocas historias originales, pero sí muchas adaptaciones del mismo argumento: casi siempre se trata de un país al que llega un RÉGIMEN "comunista", que lleva a la nación al "fracaso" y debe ser derrocado y exterminado con total impunidad. El golpe de Estado que vive Colombia no es la excepción. Solo que la oligarquía colombiana tiene sus propios guionistas, aunque también carecen de imaginación. Como ya hemos dicho una y otra vez, adaptaron de forma burda y forzada el caso de Samper para enlodar al presidente, convencidos de que nadie lo notaría por la participación de un hijo del actual mandatario. Según los planes de los conspiradores, la traición de un hijo acabaría con el respaldo popular al gobierno y precipitaría su caída. Así se justificaría el golpe, el posterior exterminio del movimiento popular y la "normalización" mediante un proceso donde muchos farsantes iban a llevar al pueblo a la sumisión de antes. Aquellos que, ante la farsa del pasquín de la extrema derecha, salieron a pedir la renuncia del ejecutivo actuaron como legitimadores de la conjura, al validarla con poses hipócritas de un falso moralismo. Quedó muy claro que el propósito era arrastrar a las bases al derrotismo y al abandono del gobierno popular para que nadie plantara cara al fascismo. Sin embargo, las contradicciones en el montaje empezaron a ser cada vez más evidentes. El hijo del presidente admitió que su padre, como candidato, no tenía conocimiento de sus actuaciones ilegales. Por su parte, el juez dejó claro que no se habían presentado pruebas, así que dejó a los imputados en libertad. Nicolás Petro se prestó para el show , presionado por la mafia y por la incapacidad de asumir sus propias culpas. Lo hizo en balde, al igual que aquellos que abandonaron el barco del cambio y recularon después, cuando observaron que el pueblo no cayó en la trampa.


La oligarquía deliraba con un presidente derrotado, que gritaba agonizante: "Tú también, Bruto, hijo mío". Pero fracasó, contra todo pronóstico, pues Bruto solo era un ahijado predilecto de Julio César, en cambio, Nicolás Petro sí es el hijo del presidente. La oligarquía no contaba con el respaldo popular que, con una claridad admirable, supo leer y descifrar la conspiración orquestada para desestabilizar y derrocar al gobierno. El pueblo no votó por un hijo corrupto y cobarde, votó por alguien que ha demostrado su integridad una y otra vez. No pudieron instalar la imagen de un presidente despiadado, corruptor de sus propios hijos. No pudieron asemejarlo al corrompido padre de los hermanos Karamazov, Fiodor, asesinado por su hijo no reconocido, Semerdiakov, mientras el hermano mayor, Dimitri, era culpado injustamente. Se aprovecharon de las debilidades y los rencores familiares para intentar poner al hijo en contra del padre. Lo consiguieron. Pero el presidente puso la ley por encima de su propia familia, no defendió al delincuente, sino que lo invitó a que diera la cara. Le pidió a la justicia toda la severidad del caso y garantizó su independencia. Allí fracasa el golpe. Si el presidente hubiese hecho lo contrario, si hubiera defendido a su hijo por encima del país, todo el proceso de transformación habría colapsado. Entonces, los conspiradores consiguieron poner al hijo en contra del padre, como Absalón, hijo de David y que llevó a cabo un alzamiento golpista para derrocar a su propio padre, de la mano de los enemigos del viejo rey. Este se apegó a la ley y nada pudo impedir que el hijo golpista fracasara y Salomón fuera el sucesor legítimo. Tal y como lo dijo Gustavo Petro en su respuesta ante la conspiración, no es la primera vez que un hijo se vuelve en contra de su padre por la componendas del poder. El proceso de cambio ha resistido uno de los golpes más bajos y peligrosos. No pudieron poner al pueblo en contra del gobierno para el golpe blando.


Pese a que no son en su mayoría de corte familiar, la historia del Cóndor está atravesada por traiciones y avaricias. Videla era el comandante de la FFMM de Estela de Perón, pero no tuvo vacilación en derrocarla y aplicar un régimen de muerte contra toda la Argentina. En Bolivia pasó algo similar con Barrientos, que era ministro del presidente Estrenssoro, pero no tuvo escrúpulos para darle golpe de Estado y descargar la brutal represión contra el pueblo que intentó resistir. En todas las dictaduras existió complicidad de civiles, pero en Uruguay fue más notorio, ya que empezó con un civil en representación de la junta militar, Bordaberry. En España, Franco fue un traidor a la República a la que le había jurado lealtad. El caso más paradigmático fue el de Chile, no solo por la traición de Pinochet; también porque cumple de forma muy marcada los tres ciclos de los que hemos hablado. Mientras los medios y la guerra económica contra Allende creaban el relato del régimen comunista que debía ser derrocado, Pinochet juraba lealtad al presidente legítimo. Luego se reía de él, cuando se atrincheró en el palacio de La Moneda, mientras las tropas golpistas lo bombardeaban. Posteriormente, vino la matazón, el lavado de cerebro, la deformación de la historia. Sin embargo, sus amos del norte sabían que cualquier dictadura es insostenible eternamente. Así que se aseguraron de implantar una falsa transición que garantizara la existencia del modelo neoliberal y su profundización, muy al estilo español donde la monarquía que había caído en los treinta volvió de la mano de la dictadura que le heredó el poder al rey Juan Carlos. Así lo hizo Pinochet, fingió perder y apartarse del poder para apuntalar la existencia del régimen de muerte, que ahora se disfrazaba de libertad. El caso de Chile resultó tan exitoso para su creadores, que el pueblo se levantó en 2019 contra esa falsa transición, pero fue nuevamente engañado por unos tibios que solo sabotearon el cambio de la constitución de Pinochet y fortalecieron a la extrema derecha. Sin traidores ni vendidos, no hay golpe ni dictadura ni el lavado de manos que da la impunidad de ser una democracia de papel.


La actuación de aquellos que pretendieron validar la conspiración no debe pasar desapercibida. Especialmente, porque no es la primera vez que sucede ni será la última. No les importó las pruebas, que brillaron por su ausencia; no les importó lo dicho por el juez o por el propio acusado; no les importó la demencial criminalización que se hizo de personas cercanas al gobierno, a las que se presentó en un organigrama al mejor estilo de la mafia. Una noticia falsa, que después acabó borrada por sus creadores, fue suficiente para lanzar a la hoguera al gobierno popular, sin importar el retorno de los verdugos del pueblo. No es la primera vez que los llamados tibios e influencers, amparados en una superioridad moral inexistente, se prestan para participar en el juego de los sectores más reaccionarios. Lo más peligroso es lo que viene a futuro, porque la derecha no dejará de lanzar estratagemas golpistas. Estos oportunistas, que solo velan por sus intereses, reculan cada vez que fracasan y vuelven a mostrarse muy "petristas" para lanzar nuevos golpes por la espalda. No conocen escrúpulos y han demostrado que tienen un doble juego. Lo importante es que el pueblo no le crea más al que siempre lo engaña del mismo modo. Mañana volverán a buscar que el pueblo se rinda y acepte el golpe, luego calle ante el exterminio y acepte la falsa transición a la chilena o a la colombiana con el Frente Nacional. La traición puede venir de cualquier parte, la familia o los más aduladores y que se vendieron como los más radicales. Aquí se deben juzgar los actos y saber quiénes se mantienen firmes en los momentos determinantes.


Manuel Beltrán.

1 Comment


Margarita Venegas
Margarita Venegas
Aug 06, 2023

Interesante y acertado artículo. Felicitaciones al autor Manuel Beltrán

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