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LA HISTORIA DEL CÓNDOR: EL EXTERMINIO.

  • Foto del escritor: Manuel Beltran
    Manuel Beltran
  • 29 jul 2023
  • 5 Min. de lectura

Actualizado: 30 jul 2023

La razón principal por la que se da un golpe de Estado es para adueñarse de este y desviarlo de la vía constitucional, con el fin de convertirlo en un aparato represivo capaz de consumar el exterminio político. El terrorismo de Estado significa que este ya no protegerá a los ciudadanos, sino que los perseguirá y eliminará como en una suerte de inquisición. A este punto no se llega de la noche a la mañana. Se gesta durante mucho tiempo, a través de campañas propagandísticas en las que se justifica el golpe y el consiguiente exterminio del grupo político que se atrevió a desafiar el orden de injusticia social. En la región latinoamericana, casi siempre los golpes se dan contra coaliciones de corte popular que buscan mejoras sociales o contra militares nacionalistas que empiezan a tener una postura independiente a las élites de cada país o a poderes internacionales. Dichas alianzas sociales son criminalizadas y difamadas mediáticamente, así se valida el alzamiento fascista y el aniquilamiento de una corriente política popular. En Colombia estamos viviendo esa fase previa de linchamiento moral contra el primer gobierno de izquierda. Han llegado al colmo de encarcelar al hijo del presidente, de una manera arbitraria y sin vencerlo en juicio, para ambientar la caída del gobierno y la desaparición del movimiento popular. Mañana perseguirán a cualquiera que defienda al gobierno, sin respetar sus derechos básicos. Esto no tiene nada que ver con lo judicial, es un caso enteramente político. No actúan en favor de la justicia, sino que quieren destruirla. Instrumentalizan las herramientas del Estado de derecho para subvertirlo.


En el marco de la Operación Cóndor y la Guerra Fría, el exterminio se efectuó contra todo lo que fuera de izquierda o cercano al comunismo. Cuando no era así, igual se asociaba a estas corrientes para justificar la represión y conseguir el apoyo de EEUU. Las dictaduras del Cono Sur actuaron de forma coordinada y dirigidas por la CIA, que estaba al tanto de todos los detalles. Los exiliados de una dictadura eran capturados por la naciente dictadura del país donde se habían refugiado. Por ejemplo, muchos brasileros exiliados fueron detenidos en Chile, durante el golpe de Pinochet. Una gran parte de las víctimas de la dictadura de Uruguay fueron asesinados o desaparecidos en Argentina. Eso sí, en todos los casos se trataban de opositores a la dictaduras militares y contrarias al modelo neoliberal que estas implantaron a sangre y fuego. Fue una operación en bloque, enmarcada en la geopolítica de los EEUU para eliminar las amenazas comunistas de su zona de influencia o "patio trasero". La región se parecía a esa Fortaleza Europa de los nazis; de hecho, las dictaduras contaron con apoyo de la Alemania Occidental, España y Francia (que también estaban en cruzada contra el socialismo); no solo fue EEUU. Sin embargo, esto está lejos de quedarse en el pasado. Como hemos dicho anteriormente, a cada nuevo ciclo progresista en Latinoamérica lo sigue una Operación Cóndor. En la actualidad esto se vive nuevamente en Perú y amenaza a Colombia, pues en el país neogranadino se usan los mismos métodos que en la nación inca. A Pedro Castillo también le encarcelaron a una familiar antes del golpe, su cuñada, a quien se le conocía como la hija del presidente por su cercanía. No es casualidad lo que pasa con Nicolás Petro. La derecha colombiana actúa igual que los golpistas del Perú. La captura del hijo del presidente es otro acto de desestabilización. Luego viene el golpe y el exterminio.


Por supuesto, como ocurre con cualquier método, se busca su perfeccionamiento y este caso no ha sido la excepción. El golpe de Perú está lejos de ser como el de Allende, con un ejército bombardeando al palacio presidencial. En Lima capturaron al presidente y dejaron a la vicepresidenta electa para darle un barniz democrático. Así se busca que el crimen se acepte como ley. No obstante el pueblo peruano no cayó en la trampa y desenmascaró la naturaleza totalitaria de la conspiración. La represión demencial así lo confirma. En Colombia sabemos que no es necesaria una dictadura formal para aplastar y violentar la voluntad popular. En Colombia se cometieron más ejecuciones extrajudiciales en supuesta democracia que en las dictaduras militares del Cono Sur. Se exterminaron partidos políticos y movimientos sociales en nombre de la lucha contra el comunismo, mientras los verdugos presumían de tener la democracia más sólida del continente. Eso sí, la política económica que motivó ambos tipos de exterminio fue la del neoliberalismo. Pero en Colombia el método se perfeccionó desde el golpe del 48 con el magnicidio de Gaitán, la dictadura militar y la falsa transición del Frente Nacional. En nombre de esa mentirosa democracia bipartidista nos llevaron a la dictadura de la guerra, 70 años de represión y Estados de sitio. En Colombia la dictadura tenía rostro civil, pero gobernaba con medidas de excepción. La derecha tiene toda la experiencia para justificar la destrucción de la democracia con el pretexto de defenderla. El pueblo no solo debe estar alerta ante un golpe clásico, también lo debe estar ante un golpe blando, encabezado por los medios y entes de control.


Nadie debe estar por encima de la ley. La respuesta del presidente ha sido la correcta. Su hijo debe enfrentar sus líos judiciales y salir airoso, si es que son puros montajes. Sin embargo, no se puede ser inocentes. No se puede aceptar que la ley se tuerza para ponerla al servicio de intereses no tan ocultos, como la desestabilización de un gobierno. Además, salta a la vista la desesperación por tapar los más recientes escándalos de corrupción de los gobiernos anteriores de la derecha. El saqueo de Ecopetrol y la financiación de Odebrecht pretenden ser ocultados por esta nueva cortina de humo, que no es más que una instrumentalización burda de la justicia. Así como es las dictaduras abusaron de la justicia para justificar crímenes, el antiguo régimen quiere volver con guerras judiciales aupadas por los medios. Además, es una muestra arrogante de los que aún no han perdido del todo el poder y usan sus tentáculos para golpear al primer mandatario, cosa que jamás se había visto con los hijos de otros presidentes, que más bien gozaban de total impunidad. También es una amenaza para todo el ciudadano de base que respalda al gobierno popular. "Si esto le hacemos al presidente, imagínese a usted". No se puede permitir el retorno de las bestias. Volverían a desatar un nuevo exterminio contra el pueblo, otra venganza contra esta nación que siempre termina por rebelarse. Hay que impedir el genodicio desde ya. Aún siguen matando al pueblo en las regiones. Si vuelven a la presidencia, no tendrán escrúpulos, como siempre.


Manuel Beltrán.

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