
LA AGENDA DEL PRESIDENTE
- Manuel Beltran
- 12 nov 2023
- 4 Min. de lectura
Actualizado: 16 nov 2023
El título de esta columna parece parte de una revista de chismes sobre farándula, sin embargo, se trata de una de las armas que ha usado la derecha para intentar destruir al gobierno popular. El uso del rumor como una campaña sistemática para derrocar al gobierno ha dejado ver sus intenciones golpistas sin tapujos. Durante muchos meses vimos a los medios repetir, como en un coro, que el presidente "incumplía su agenda", de la cual estaban enterados hasta en el más mínimo detalle. Se volvió un ataque de todos los días. Como si un jefe de Estado estuviera supeditado a complacer a los medios, y no a cumplir sus múltiples tareas, los enemigos del gobierno aprovechaban cualquier ocasión para mostrar al presidente como alguien incumplido. Al principio, parecía un asunto aislado. Pero, con el tiempo, empezaron a surgir rumores que pintaban al mandatario como una persona con adicciones. Era un rumor de redes sociales, hasta que periodistas reconocidos lo convirtieron en un escándalo de dimensiones nacionales, sin aportar ninguna prueba seria al respecto. Entonces, muchos de los opositores del mandatario quisieron escalar el tema de la agenda hasta una causal de destitución por incapacidad, debido a esas supuestas adicciones. Al presidente, con una ironía magistral, le bastó decir que su única adicción era al café por las mañanas para dejar en evidencia la falta de imparcialidad y rigurosidad detrás de esos ataques ruines. No obstante, muchas de esas mentiras quedan en el aire para que los incautos caigan en ellas, lo que es una amenaza para el proceso de cambio, especialmente, con medios tan parcializados.
El rumor tiene sus características concretas y, en el caso de la política, se pueden analizar de acuerdo a lo propuesto por Allport y Postman en su texto Psicología del rumor. Veámoslo para el caso de la calumnia que pinta al jefe de Estado como un adicto, mermado de sus capacidades. Según Allport y Postman, un rumor se puede resumir en una ecuación matemática. El rumor sería igual a importancia por ambigüedad. Si una persona es totalmente desconocida, ese múltiplo será 0 y no habrá rumor al multiplicarlo. Si la ambigüedad es cero, ocurre lo mismo al multiplicarlo: no hay rumor. Por eso es que al tratarse del presidente y una acusación sin pruebas sobre adicción, este rumor se regó como pólvora; todo el país se enteró. Otra de las características, es que el rumor tiende a simplificarse. De tantas teorías, solo quedó la acusación llana de una adicción, no se sabe a qué. Otro elemento es que un rumor revela las creencias de cada quien y se afinca donde coincide con las concepciones habituales. Por ejemplo, en Colombia muchos creen que los poderosos son corruptos y proclives a los excesos; el caso del presidente encajaría en este punto. Sin embargo, es la primera vez que a un presidente se le falta el respeto de esa forma, con una acusación tan grave. Ahí es cuando el rumor comienza a cojear. Tampoco se presentan evidencias; el rumor necesita un asidero en la realidad para ser verosímil. La militancia evidente de quienes lanzan las acusaciones deja ver los intereses políticos a las espaldas de estos rumores. La ambigüedad desaparece. La farsa se hace evidente.
Como podemos ver, los rumores en política son ficciones que pretenden convertirse en realidades con el fin de determinar el rumbo de un sociedad. Es decir, los opositores del cambio han llegado a una conclusión: si no pueden vencer al gobierno popular con la realidad, lo harán empleando la mentira. A falta de escándalos de corrupción, se busca desprestigiar al ejecutivo mediante infundios y calumnias. Esta semana, luego de que la acusación demencial de la supuesta adicción no funcionara para impulsar un juicio político, se pasó a publicar el mercado de la Casa de Nariño. Todo el país se enteró sobre "el mercado del presidente", como si se tratara de una feria de chismes. Como si esto no fuera suficiente, la semana cerró con una noticia falsa sobre la actualización del predial, en la que se pretendía mostrar al gobierno como un abusivo que pretendía subir los impuestos de manera injusta, cuando lo que busca es mitigar los efectos de la actualización. Los terratenientes usaron su poder mediático para buscar hundir esta nueva política tributaria, puesto que el gobierno no plantea protegerlos, sino al pequeño y mediano propietario. Con todas estas mentiras se busca desprestigiar al gobierno popular, al tiempo que se invisibilizan sus logros. El objetivo de todas estas habladurías es poner al pueblo contra el gobierno y sembrar el derrotismo entre sus simpatizantes.
¿Cómo vencer este tipo de guerras psicológicas sobre una población vulnerable a este tipo de campañas de desinformación? La respuesta es que es muy difícil lograrlo, especialmente en una época en la que los mecanismos para difundir rumores y mentiras se han perfeccionado y masificado de forma exponencial. Algunas de las recomendaciones consiste en no permitir la ambigüedad con un manejo preciso de las comunicaciones. El gobierno debería mejorar en este punto, pero no es cierto que sea la causa del clima generalizado de desinformación. Es casi imposible impedir que haya mentiras circulando, cuando son los grandes medios son los que las promueven a partir de cualquier tergiversación. Otra mecanismo de defensa consiste en desmentir rápidamente los rumores, aunque se debe tener cuidado de no darle mayor impacto y difusión. Quizás, por ahora, la mejor forma sea tomada sin querer de las artes marciales, en las que la fuerza del adversario se emplea en contra de él mismo. Es decir, los medios son muy poderosos, pero ineficientes si nadie les cree. A medida que sus mentiras se caen, menos fuerza tiene la estretegia de desinformación. Son como el pastorcito mentiroso que lanza un búmeran en su contra. Solo han transcurrido 15 días desde los comicios y ya nadie habla del supuesto triunfo de la oposición, el país de nuevo está inmerso en los cotilleos y mentiras de la derecha.
Manuel Beltrán.
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