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GUERRA FRÍA: PRIMERA ETAPA

  • Foto del escritor: Manuel Beltran
    Manuel Beltran
  • 16 sept 2023
  • 7 Min. de lectura

Actualizado: 23 sept 2023

Introducción.


Si consideramos que el periodo de la Guerra Fría fue una suerte de inquisición contra la herejía comunista, podemos decir que aquella confrontación no se limita al intervalo de tiempo que va del fin de la Segunda Guerra Mundial al colapso de la URSS. Podemos dividir esta historia en tres etapas: una previa, que va desde la Revolución Rusa hasta la Segunda Guerra Mundial, otra que comprende el periodo normalmente denominado como Guerra Fría y una tercera fase que empieza con el fin de la Unión Soviética y llega hasta nuestros días. Para este propósito, analizaremos tres casos particulares por etapa. En esta primera fase hablaremos de lo sucedido en Hungría, Argentina y EEUU durante el periodo de entreguerras.


La revolución se extiende como pólvora.


Luego del triunfo de la Revolución de Octubre en Rusia, los alzamientos populares se extendieron por todo el globo. El caso más conocido es el de Alemania, con la Liga Espartaquista, que fue ahogada en sangre por grupos paramilitares (que serían la base para la conformación de los nazis más adelante). Hubo otros países en Europa que dieron el mismo paso, de hecho, otros lo hicieron con más fuerza, como es el caso de Hungría. A diferencia de los alemanes, los comunistas húngaros fueron mucho más radicales e implementaron a raja tabla el modelo de los bolcheviques. En contraposición a los espartaquistas alemanes, encabezados por Rosa de Luxemburgo, los comunistas húngaros conquistaron el poder y llevaron a cabo una serie de transformaciones profundas en la sociedad. Además, sostuvieron una enconada disputa geopolítica con las potencias occidentales, que usaban a Estados vasallos (como Rumania o Eslovaquia) para acabar con la revolución en Hungría. Solo la guerra y el bloqueo económico pudieron frenar el proceso, que no llegó a durar más de un año. En 1918 la Guerra Fría ya había empezado o, por lo menos, el caso húngaro es uno de los antecedentes más importantes, aunque sea tan poco conocido. De hecho, se conocen un poco más las invasiones militares que las potencias occidentales llevaron a cabo en Rusia, durante el fin de la Primera Guerra Mundial, para acabar con el gobierno bolchevique (además, financiaron al Ejército Blanco, que lideraba la contrarrevolución).


Como uno de los países vencidos durante la Primera Guerra Mundial, Hungría fue severamente castigada. Aunque alcanzó su anhelada independencia de Austria, los tratados dictados por los vencedores le arrebataron enormes cantidades de territorio, lo cual fue una debacle. Al igual que sucedió en Alemania, este ensañamiento de los vencedores sobre los vencidos, provocó el nacimiento de grupos de extrema derecha. Sin embargo, también dio paso a un fuerte partido socialcomunista que tomó el poder a los pocos meses, en una segunda revolución. Al igual que en Rusia, primero vino una revolución burguesa (la de independencia de Austria) y, luego, la revolución proletaria. El líder comunista Bela Kun encabezó el gobierno, que emprendió el cambio de sistema. Sim embargo, tuvo que enfrentarse a la oposición inmediata de los potencias occidentales (la etente de EEUU, Reino Unido y Francia). De inmediato, se desplegó un bloqueo económico sobre Hungría. Además, se financió a los eslovacos y rumanos para que le hicieran la guerra a la Hungría revolucionaria. No obstante, el gobierno comunista plantó cara e intentó sostener la economía del país. Además, llegó a vencer a los eslovacos y se fundó la República Socialista de Eslovaquia. Sin embargo, Bela Kun creyó en las falsas promesas de Francia que prometió dejar de armar a Rumania, si Hungría se apartaba de Eslovaquia. Después de este error estratégico, se desata un golpe de Estado fascista, que impone en el poder al dictador Horthy, el cual será aliado de Hitler en la Segunda Guerra Mundial. Las potencias occidentales hace mucho que financian a la extrema derecha en la Europa oriental.


La crisis y el fascismo.


Argentina siempre ha estado en crisis, mienten los fascistas que solamente culpan al peronismo. Para la Argentina, el período de entreguerras significó el triunfo de una lucha popular que quedó a medias y fue truncada por el primer golpe de Estado en ese país durante el siglo XX. Hipólito Yrigoyen estuvo dos veces en la presidencia. Fue un líder popular, que llevo a cabo medidas concretas para el bienestar del pueblo. Por esto tuvo que enfrentar la enconada oposición de la poderosa oligarquía argentina. Es cierto, durante el principio del siglo pasado Argentina era uno de los países más ricos por sus modelo agro exportador, pero esa riqueza no se distribuía entre toda la sociedad, apenas servía para engordar a una élite codiciosa y muy entregada a los anglosajones. Todas las penurias que pasaba el pueblo fueron retratadas magistralmente por el escritor Roberto Arlt en su novela El juguete rabioso, que trata sobre un joven que pretende escapar de su realidad de miseria a causa de su clase social. Esta situación fomentó la aparición de grupos socialistas, comunistas y anarquistas. Así es, el anarquismo es de origen socialista, la aberración del tal "anarcocapitalismo" que propone la extrema derecha argentina es un farsa muy parecida a la del nacionalsocialismo, un engaño publicitario para timar al pueblo trabajador. No es raro, el tal Milei es un pichón de Hitler que habla de exterminar comunistas, como pasó en los campos de concentración. Pero si vemos la historia de hace un siglo, los anarquistas en Argentina eran la vanguardia del trabajador, los que luchaban por las ideas revolucionarias. Tanto es así, que lo sucedido en ese país consiste otro antecedente de eso que conocemos como Guerra Fría.


Durante la primera presidencia de Yrigoyen, en 1916, la conflictividad social en la argentina fue fomentada por los sectores conservadores. Se aprovecharon de los deseos imperiosos del pueblo por alcanzar los mínimos derechos y los usaron para debilitar al gobierno y destruir al mismo movimiento popular. Se dieron manifestaciones en regiones apartadas, a las cuales se les echó gasolina, para que fueran reprimidas a sangre y fuego. Yrigoyen para sostenerse comete el error de permitir la represión. El poderoso movimiento popular es diezmado y el gobierno no alcanza muchos de sus objetivos. Luego, viene un gobierno moderado que no destruyó el proceso, así es como Yrigoyen consigue reelegirse con más fuerza después de este gobierno de Alvear, ya que no había reelección inmediata. Sin embargo, la crisis económica del 29 va a golpear fuertemente a la economía argentina que, como pasa hoy, dependía de exportar materias primas. La crisis es de tal magnitud, que los sectores reaccionarios gestan un golpe de Estado que desemboca en la dictadura de Uriburu, otro fascista admirador de Mussolini. La crisis fue utilizada como motor del avance fascista. El movimiento popular no tuvo capacidad de reacción. Lo sucedido con los anarquistas lo había debilitado. Los golpistas contaron con el apoyo de los anglosajones, que siempre han visto a los conservadores argentinos como buenos comisionistas. Hoy pasa lo mismo, los fascistas usan la crisis creada por ellos mismos durante el gobierno de Macri, para imponer un régimen autoritario. La diferencia es que ahora estos se autodenominan defensores de la libertad, aunque su plan sea oprimir al pueblo para imponer sus medidas ultra neoliberales. Se está desatando así una nueva Guerra Fría contra nuestra región, en la que EEUU apoya abiertamente a fascistas para que lleguen al poder a través de elecciones: En El Salvador lo hacen con una reelección ilegal de Bukele y en Argentina, apuntado a la cabeza de los argentinos con el arma miserable de la crisis y la guerra económica.


Arrodillar al pueblo trabajador.


Hace unos días se hicieron virales las declaraciones de un oligarca estadounidense, que pedía provocar una crisis para castigar al pueblo con desempleo y miseria. El macabro propósito consiste en someter al pueblo trabajador, que, según aquel multimillonario, se ha vuelto rebelde e insumiso debido a la pandemia, que demostró que el capital se genera gracias al trabajo y no al revés. Según aquel oligarca, la idea es que el trabajador se someta, agradecido por recibir un trabajo cada vez más escaso. Sin embargo, esto no es nada nuevo bajo el sol. El pueblo estadounidense también fue víctima de la Guerra Fría, de hecho, fue uno de los primeros en padecerla. La crisis del 29 es un periodo que marca el inicio de la inquisición contra las ideas socialistas. El conservador Hoover no solo hundió al país en la crisis especulativa que provocó el crack de la bolsa, tampoco ayudó al pueblo a salir adelante, lo dejó hundirse en la miseria más abyecta. En medio de este escenario, surge la lucha de clases y los opuestos ideológicos (los grupos fascistas, por un lado, y los socialistas, por el otro, comienzan a disputarse la calle). Además, aparece la tercera vía de Franklin Delano Roosevelt, que propuso sacar al país de la crisis, al tiempo que sostenía al capitalismo que la había provocado, solo se harían las reformas necesarias, no una revolución. Analicemos cómo se dio este episodio en la práctica.


Roosevelt comenzó su gobierno con políticas públicas para reactivar la economía y paliar los efectos de la crisis sobre la población. Una de las medidas más importantes fue el fortalecimiento del movimiento sindical, que buscaba que los obreros pudieran negociar colectivamente con los patrones, que se habían organizado para mantener sueldos de hambre. El pueblo comenzó a movilizarse, ilusionado por el respaldo que predicaba el gobierno. Del lado de la extrema derecha, también aparecieron movimientos masivos que tenían a la Europa fascista como referentes. Los patrones organizan milicias paramilitares y desconocen las políticas laborales implementadas. Esto provoca un estallido social. Las huelgas se extienden por todo el país, la clase obrera toma una fuerza nunca antes vista. La derecha reacciona con una brutal represión, llevada a cabo por la policía y las milicias paramilitares de los empresarios. La historia desemboca en masacre. Roosevelt es acusado de fomentar el comunismo, sin embargo, este se pone del lado de los burgueses, no condena la represión y afirma a sus críticos que lo suyo es defender el capitalismo. Luego, aparecen los fantasmas de la Segunda Guerra Mundial y la carrera armamentista es la que saca al país de la recesión. EEUU prefirió la guerra, antes que un empoderamiento mayor de la clase obrera. Eso sí, gracias a esta lucha popular, EEUU no estuvo alineado con las potencias fascistas de El Eje, pero fue contenido para evitar un cambio más profundo. De hecho, este es el antecedente que explica porqué EEUU indulta a los nazis después de la Segunda Guerra Mundial y empieza la cruzada contra el comunismo alrededor del mundo, pero esa historia hace parte de la siguiente etapa.


Manuel Beltrán.

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