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EL COLAPSO DE LA OPOSICIÓN

  • Foto del escritor: Manuel Beltran
    Manuel Beltran
  • 2 sept 2023
  • 5 Min. de lectura

La oposición en Colombia pensó que tenía cercado al gobierno con una serie de conspiraciones, promovidas a través de los medios de comunicación. Entonces, la derecha se lanzó en una arremetida desesperada, como si pensara en darle la "estocada final" al primer presidente de izquierda. En el mes de agosto, a un año de la posesión de Gustavo Petro, la oposición llegó a realizar tres convocatorias para protestar contra el gobierno. Sin embargo, las tres fueron un fracaso absoluto. Este hecho coincide perfectamente con otra serie de hechos que han significado serios reveses para una oposición que aún cuenta con entes de control, todo el poder económico y mediático, además de gran parte de la burocracia. La estafa con la reducción de los salarios de los congresistas (que terminó en legalización de la corrupción), el desprestigio de las figuras más visibles de la derecha, la caída de los montajes contra el entorno del jefe de Estado y la pérdida de credibilidad de los medios son hechos que provocan un colapso de las fuerzas opositoras. A un año del gobierno popular, la oposición no logró consolidar la fuerza necesaria para hacer tambalear al gobierno ni arrebatarle su naturaleza de transformación social, política y económica, tampoco pudo quitarle la iniciativa en el debate público y legislativo. El cambio sigue siendo la prioridad del país.


Las convocatorias fallidas de la oposición me recuerdan a la última batalla del Kaiser, en el epílogo de la Primera Guerra Mundial, cuando firmó el cese de las hostilidades con los bolcheviques y pensó que podía reunir todas sus fuerzas para el ataque final en el frente occidental. Sin embargo, la paz firmada alentó la sublevación militar, el derrocamiento de Guillermo II y la proclamación de la República de Weimar. Como reza el dicho popular: "Fue por lana y salió trasquilado"; así le pasó a la derecha en este agosto de 2023. Lo primero que hizo la derecha fue instigar un paro de taxistas, con desinformación sobre el alza de la gasolina; en ningún momento asumió la responsabilidad del gobierno anterior. Pero la acogida de este paro de taxistas fue mínima a lo largo y ancho del país. Luego, la derecha intentó convocar una marcha a nivel nacional para protestar por los supuestos escándalos del gobierno, que en realidad son los montajes que ha fabricado la misma oposición. Fue otro fracaso. La manifestación no llegó a convocar ni una cuarta parte de la Plaza de Bolívar. En medio de su desesperación, los sectores reaccionarios convocaron a una tercera jornada de protestas, esta vez volvieron a recurrir a la manipulación por el aumento de la gasolina. Pese a ser un tema tan delicado, la oposición fracasó nuevamente y llegó a reunir a pocas personas. En vez de llevar a cabo una demostración de fuerza, la derecha hizo una exposición de debilidad, terminó desinflándose y perdiendo cualquier apoyo popular relevante.


Esa falta de respaldo popular se puede explicar a partir de varios aspectos que se resumen en una causa común: la estrategia de la derecha se ha vuelto contra sí misma. Es decir, los montajes de la derecha, los rumores y chismes, la reiterada convocatoria a protestas fallidas, las noticias falsas de los medios, que no lograron convencer a nadie, terminaron por debilitar a la misma oposición. El paro de taxistas falló porque el país comprendió que el problema de la gasolina es responsabilidad del desgobierno de Duque, así que se pudo llegar a un acuerdo con los conductores. La marcha por los "escándalos" falló porque los montajes ya habían caído por su propio peso; la opinión pública ya había dado su veredicto: para el pueblo son entrampamientos y noticias falsas de corte golpista. En consecuencia, los medios, como promotores de estas argucias, perdieron cualquier credibilidad que les quedaba. Para constatarlo, las redes se llenaron durante una semana con tendencias en las que se denunciaba directamente el papel mentiroso y manipulador de los grandes medios. El colmo para la oposición llegó cuando "denunció" subsidios de gasolina para congresistas, con el fin de promover el paro fallido de transporte, y resultó que la mayoría de esos legisladores eran de la derecha. Como era de esperarse, el paro falló y quedó en evidencia la doble cara de los derechistas.


Los reveses para la oposición no se limitan a la calle, en el congreso ha fallado en su propósito de tomar la iniciativa legislativa. Esta era una de las pretensiones más importantes para la derecha, luego de que se disolviera la primera coalición de fuerzas que tuvo el gobierno en ambas cámaras. Podríamos decir, que la oposición consiguió al inicio de la segunda legislatura, atrincherarse en el senado, ya que el gobierno controló la cámara de representantes. Sin embargo, el acto legislativo sobre la reducción de los salarios de los congresistas, que era la bandera de esta estrategia de la derecha, derivó en una estafa más, que pretende legalizar el soborno y la coima, al permitir que los congresistas trabajen para terceros en el sector privado y legislen al mismo tiempo, sin importar conflictos de interés. El intento de la oposición, por mostrarse como una alternativa que sí implementará los cambios, falló, el país comprobó que siempre llevarán a cabo la misma politiquería corrupta y delictiva. En consecuencia, la derecha perdió la iniciativa legislativa ante la opinión pública, de inmediato, se reactivó el debate sobre las reformas, que volvieron a pasar al centro de la discusión; así el gobierno popular conservó el manejo de la agenda del país, que sigue siendo la del cambio.


No obstante, no todas son buenas noticias para el gobierno popular. Si bien la oposición vociferante de la extrema derecha se encuentra fragmentada, sin respaldo popular, no quiere decir que no exista una oposición que está conteniendo el proceso de transformación en Colombia. Son varios aspectos, entre ellos la realidad de una izquierda que nunca había gobernado y carece de bases en el aparato burocrático del Estado o candidatos suficientemente conocidos para las elecciones regionales. Al ser el primer gobierno de izquierda carece de fuerza, como cualquier empresa o proceso que está empezando. Otra oposición está aún adentro del ejecutivo, mediante funcionarios que solo hacen anuncios o avanzan a paso de tortuga; hay ministerios que brillan por su ausencia, como si no hicieran parte del gobierno del cambio. Otro punto fundamental son las contradicciones del gobierno, que pretende reformar al país con exceso de conciliación con sectores que jamás aceptarán los cambios que el país eligió. Mientras tanto, el tiempo pasa y el impulso de cambio se debilita ante la inercia de lo de siempre. Por otro lado, están las ambiciones personales de los que han buscado beneficiarse y no contribuir al momento histórico. Estos son los aspectos que realmente pueden hacer colapsar el proceso de cambio en Colombia y hacer que vuelva al poder la oposición derechista, por más mediocre que esta sea y pese a su desprestigio. Por ahora, el gobierno popular tiene la oportunidad de corregir estos aspectos y profundizar en sus logros.


Manuel Beltrán.

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