
AMENAZA FASCISTA
- Manuel Beltran
- 19 ago 2023
- 4 Min. de lectura
Argentina no es la única que se encuentra bajo la amenaza del fascismo, después del triunfo de la extrema derecha en las paso. Toda la región latinoamericana está bajo acecho. Es más, toda la humanidad se encuentra al borde de la barbarie, como hace un siglo. La razón se debe a que en el mundo, como en Latinoamérica y en Colombia, se vive un periodo de crisis tan profundo, que significa el cambio de una época por otra. Justamente, en estos días ha cobrado relevancia el pensamiento de Gramsci sobre la crisis. Según él, esta se da porque el antiguo orden tarda en morir y la alternativa, la nueva realidad, tarda en materializarse. En la frase original, el autor italiano habla de "procesos morbosos de la historia". En la versión que se ha hecho popular, se habla que, en ese claroscuro, "nacen los monstruos"; es decir, surge el fascismo. Ahora bien, ¿Cómo se aplica este pensamiento en medio del período neoliberal y del llamado "fin de la historia"? Solo basta mirar la realidad, los monstruos están aquí hace tiempo, desde que Occidente decidió mantener su hegemonía destruyendo países, como Yugoslavia, Irak, Siria o Yemen. El sistema, el capitalismo financiero, ha intentado perpetuarse asesinando la posibilidad de un mundo nuevo. Los monstruos tienen el objetivo de impedir el futuro, de anclar a la humanidad y, luego, llevarla al pasado. Hace un siglo, los fascistas eran los nostálgicos de los imperios y las casas reales. Hoy los fascistas son los que se niegan a aceptar el fin del neoliberalismo y el nacimiento de una nueva realidad económica y, por tanto, geopolítica; la historia ha continuado su curso. En Colombia son los que se oponen al cambio e intentan mantener todo igual o peor.
El mundo se encuentra en crisis en muchas materias: climática, demográfica, migratoria y la amenaza de una tercera guerra mundial. Pero todas se pueden resumir en una mayor, que es la causa común: la crisis del capitalismo, especialmente el capitalismo financiero que promulgó la muerte de las ideologías y el final de la historia en el siglo XX. Con la crisis de este modelo, también se ha puesto en tela de juicio la geopolítica establecida en el mundo unipolar, que tenía a EEUU como el único poder hegemónico a nivel mundial. Esto está provocando una serie de conflictos, revoluciones y golpes de Estado a lo largo del globo, en medio de las disputas sin tregua de las grandes potencias de hoy. La crisis del modelo neoliberal, que se niega a morir, deja como legado el problema climático, que muy poca solución pueden tener en una economía sin controles ni restricciones. El medio ambiente también fue una víctima de las medidas ultra liberales, que pusieron a la ambición por encima de la vida. Por su parte, el neocolonialismo, las invasiones y el patrocinio del terrorismo han provocado el desplazamiento de millones de seres humanos hacia los centros de poder. La realidad es que para estos problemas se ha negado la solución y se ha impedido el cambio para una nueva realidad. De esta resistencia de los más poderosos, surgen los fascistas, los xenófobos, los racistas, los reaccionarios, etc. Por eso aparecen tantos mamarrachos de extrema derecha con posibilidades de disputar el poder "democráticamente". El neoliberalismo moribundo los financia.
En medio del naciente mundo multipolar, se ha dado lo que se denomina la Revolución Latinoamericana, que consiste en los ciclos progresistas de este siglo para buscar la independencia y la unión de la región. De tal manera, que la amenaza fascista sobre el continente está ligada al intento de acabar o cooptar el segundo ciclo progresista de la actualidad. Se está intentado promocionar a lo largo y ancho de Latinoamérica a candidatos de extrema derecha, personajes salidos de la televisión o las redes sociales, que se hacen famosos con discursos reaccionarios, racistas, machistas o de corte paramilitar. Para ello se cuenta con la difusión de los grandes medios y campañas muy agresivas en redes sociales, con millares de robots y cuentas falsas. Se ha normalizado el discurso extremista y se ha criminalizado o caricaturizado a los que se oponen. Necesitan a personajes de esta calaña para imponer medidas neoliberales a la fuerza, mediante la represión y el Estado de excepción, además, que sean serviles a EEUU y lleguen al colmo de prometer dolarizar sus países, como sucede en Argentina o Venezuela. De hecho, en todos los países de la región tienen a uno o dos personajes que representan esta corriente: algunos se llaman "libertarios", otros se denominan "patriotas" o "nacionalistas". Pero la verdad es que simbolizan lo contrario: la esclavitud, el entreguismo a EEUU y el desprecio por su propia nación y su propio pueblo.
De manera paralela a estas crisis a nivel mundial y regional, Colombia vive el proceso de cambio más profundo en su historia. Por primera vez la izquierda llega al poder y existe un gobierno de corte popular. Esto también significa un cambio de época, un mundo vetusto que se hunde en el pasado y otro que nace y lucha por consolidarse. Quizá era necesaria la conjugación de tantos elementos para que un país como Colombia por fin despertara. Sin embargo, la resistencia al cambio ha sido encarnizada, ciega y demencial. La oposición ha sido golpista y extremista, aupada por unos medios totalmente parcializados, a los que no les importa mentir o difundir rumores infames. Se promocionan, sin ningún rubor, a los sectores abiertamente fascistas, que piden volar toda la democracia para volver al antigüo régimen, para mantener al país en la premodernidad. No obstante, el pueblo colombiano ha demostrado una consciencia admirable. La lucha de todos estos años está dando su fruto. Las conspiraciones fracasan una tras otra, pese a que están financiadas por los sectores más acaudalados, como quedó constatado en el congreso oligárquico de la ANDI, donde atacaron sin escrúpulos al presidente. Sin embargo, toda la propaganda golpista ha fracasado. La marcha de la derecha de esta semana fue un rotundo fracaso. En la Plaza de Bolívar se contaban más palomas, que manifestantes. De hecho, podemos hablar de un colapso de la oposición y un gobierno popular que avanza. Contra el fascismo solo existe una fórmula (y somos ejemplo): solo el pueblo salva al pueblo. La lucha es el camino.
Manuel Beltrán.
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