
EL CRIMEN Y EL CASTIGO
- Manuel Beltran
- 18 mar 2023
- 4 Min. de lectura
Porfirio Petrovich convence a Raskolnikov para que confiese sus crímenes y se someta a la justicia, como una forma de expiar sus culpas y reparar en algo a la sociedad. El juez en la novela Crimen y castigo de Dostoievski sabe que el protagonista es un doble homicida y ladrón (ningún angelito). Sin embargo, como hombre de leyes, sabe que solo el paso por la cárcel (que simboliza el deseo real de enmendar los delitos) puede ser el vehículo para conseguir esta reconciliación entre el criminal y la sociedad, que también tiene su grado de responsabilidad. Algo similar propone el gobierno de cambio mediante su iniciativa de sometimiento a la justicia que fue radicada en el congreso. Se busca que los grupos armados de alto impacto se sometan al imperio de la ley, paguen unas penas en la cárcel, cuenten la verdad de sus crímenes y reparen de alguna forma a sus víctimas. Sabiamente, el ejecutivo popular ha comprendido que la guerra en Colombia no solo se debe a factores políticos, sino también a la delincuencia organizada.
Raskolnikov era un joven que, en medio de su miseria, concibió una teoría desquiciada por la que los hombres superiores podían arrebatar la vida de aquellos seres que fuesen considerados indeseables de algún modo. Bajo estas ideas, asesinó a una prestamista usurera a la que consideraba execrable. Pero también mató a la hermana de esta por haberlo descubierto. Para Raskolnikov, ella era inocente, incluso, una víctima. Sin embargo, le quitó la vida de la misma manera. Raskolnikov, como "hombre superior", pensaba que podía burlarse de la ley y salir impune. Nunca pudo escapar de su consciencia ni de la sociedad. Al final, su camino para la redención es reconocer sus errores y aceptar la condena. Muchos criminales en Colombia creen que están por encima de la ley, que son deidades que pueden arrebatar la vida al que les plazca. Pueden cometer cualquier delito y siempre saldrán impunes. Nada más falso, la realidad es que muy pocas excepciones tienen un final tranquilo. En Colombia, el Estado acabará imponiéndose. La Paz Total busca ese fin. Para eso es necesario acelerar la marcha y permitir que esta delincuencia se someta al Estado de derecho.
Al igual que ha pasado con todas las iniciativas del gobierno, esta también ha sido blanco de múltiples mentiras que intentan poner a la opinión pública en contra. La principal falsedad que han lanzado es que el gobierno está negociando con narcotraficantes y delincuentes. Nada más alejado de la realidad, además de ser una jugada muy sucia. El gobierno, en nombre del Estado colombiano, no está negociando con delincuentes. La propuesta legislativa siempre ha hablado de un sometimiento a la justicia. No se les está dando carácter político, pese a las múltiples colaboraciones de grupos armados y delincuenciales con la derecha del país. Lo que se proponen algunos con este tipo de ataques no solo es torpedear la aprobación de esta ley. También insisten en seguirle el juego a las falsas acusaciones que han pretendido enlodar la campaña electoral del actual jefe de Estado. De manera ruin, pretenden sembrar la idea que el presidente recibió dineros ilegales para después beneficiar a los bandidos. Eso sí, esta mentira demencial no ha podido prosperar debido a lo absurdo de su trama. Lo que sí es real es la intromisión indebida del fiscal, que ha lanzado la advertencia temeraria de impedir la aprobación de esta propuesta, como si alguien lo hubiera elegido senador. En este caso, la derecha no habla de separación de poderes. El fiscal intenta presionar a los congresistas.
Otro de los puntos que ha sido distorsionado por parte de los agentes de la derecha es la cuestión de las rebajas de penas y algunos otros beneficios que suelen traer los sometimientos colectivos de organizaciones de alto impacto. Habrá penas menores a las habituales y tendrán algunos beneficios, como mantener parte de los recursos mal habidos. Pero a lo que más le temen es que puedan existir beneficios a cambio de la verdad. Al igual que pasó con la JEP, el mayor terror de algunos es que se conozca la verdad de la política tradicional y sus vínculos con estas organizaciones. Volvamos al caso de Raskolnikov. La pena que paga, después de su confesión y devolver lo robado, es de solo 8 años por haber asesinado a dos personas. De manera visionaria, Dostoievski planteó en su obra un esbozo de la justicia restaurativa, que busca la verdad y la reparación más que el castigo insidioso del populismo punitivo. En cuanto a los recursos ilegales, en todos los países hacen acuerdos de este tipo. La seguridad y la paz del Estado están por encima de cualquier cosa. La derecha, por ejemplo, no se queja cuando los narcos colombianos hacen lo mismo en EEUU. Si la plata va para Estados Unidos, no pasa nada. Al final es pura hipocresía, porque temen que estos actores ilegales cuenten la verdad de sus vínculos con los politiqueros de derecha.
Otra de las críticas que se hacen a la Paz Total es que busca ir más allá del proceso de paz que llevó a cabo Juan Manuel Santos, como si la historia y el país tuvieran que quedarse estancados en el tiempo y no avanzar. El proceso de paz con las Farc fue un gran logro, aunque su implementación haya sido un desastre desde el mismo gobierno santista. Luego, con Duque, todo se reversó. Quizá, la principal falla fue que el Estado no ocupó las regiones que controlaba anteriormente la guerrilla y estas fueron tomadas por otros actores armados. El problema de la guerra y la inseguridad en Colombia es tan complejo, que es necesario una apuesta mayor, con el desmonte simultáneo de distintas organizaciones y que el Estado al fin controle estas zonas. Es una apuesta complicada, pero necesaria. Esta es la alternativa a la guerra eterna que siempre ha padecido la nación. Son los colombianos los que merecen una segunda oportunidad para vivir y prosperar en paz. Estos delincuentes pagarán cárcel, deberán entregar sus bienes y reparar a sus víctimas, además de contar la verdad. Esa es la verdadera propuesta del gobierno.
Manuel Beltrán.
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