
CRIMINALIZACIÓN
- Manuel Beltran
- 17 jun 2023
- 3 Min. de lectura
Actualizado: 18 jun 2023
Como no funcionó la conspiración golpista para frenar el trámite legislativo de las reformas del pueblo, la derecha ha vuelto a la criminalización de los congresistas que apoyen dichas iniciativas. Especialmente, se ha ensañado con miembros de los partidos tradicionales de la misma derecha, en una suerte de inquisición contra la herejía izquierdista. Lo más ruin, sin embargo, es que lo hacen intentando ocultar sus intenciones antidemocráticas, mediante la manipulación de la opinión pública. Utilizan las emociones del pueblo y la desconfianza arraigada y justificada en el congreso para estigmatizar a cualquier disidente de la derecha que apoye el cambio.
Esta campaña de criminalización empezó con los grandes medios de comunicación que retomaron un término del fascista Laureano Gómez: "lentejos". No les bastaba el cuento de la "mermelada" de Uribe. Se pretendió mostrar a los que respalden las reformas como corruptos, que reciben dádivas a cambio de sus votos. Es decir, pretenden usar un tema tan sensible como el de la corrupción clientelista para ensuciar con falsedades de este tipo al proceso de cambio y mostrarlo como más de lo mismo. Pero siguen sin mostrar pruebas. Solo hemos visto campañas mediáticas sobre supuestos y rumores, agrandadas por los entes de control en manos de la oposición. Y como no han encontrado nada ilegal, ahora criminalizan el trabajo normal y lógico que debe ejercer un congresista. Han llegado al colmo de perseguir y sancionar a los legisladores que no se prestan para artimañas de sabotaje y cumplen con su deber, en vez de romper el quórum. Pretenden silenciar al que da el debate y así desconocer la voluntad popular.
Precisamente, el término criminalización hace referencia al hecho de convertir algo normal y ajustado a la ley en un delito que debe ser perseguido. Por ejemplo, se criminaliza que un congresista asista a un debate o firme una ponencia para que se trámite un proyecto de ley. Los que hacen esto no tendrán ningún reparo en criminalizar al que proteste por cualquier derecho social o individual. Eso sí, todo parte de achacarle a los inocentes las actuaciones delictivas propias. Los que acusan a los congresistas de "lentejos" o "enmermelados" son los corruptos de siempre. Los medios que llevan a cabo esta práctica son los mismos que tuercen los hechos a favor de sus financiadores. Es la puesta en práctica del refrán "El ladrón juzga por su condición", que tiene su origen en un aforismo del antiguo derecho romano: "Malo es el que presume que los demás son malos". O, mejor dicho, es uno de los elementos de la propaganda nazi expuesta por Goebbels: "Culpar a los adversarios por los propios crímenes o errores".
No es casualidad encontrar en este tema tantos antecedentes de corte fascista. La oposición en Colombia es de esa naturaleza y la única forma que concibe para volver al poder es suprimiendo la voluntad popular que exige un nuevo país. No es que quieran imponer una nueva dictadura, una vez cese el gobierno popular, es que quieren retomar la dictadura que siempre han tenido. Solo hasta ahora volvimos a vivir en democracia. Así como hoy persiguen a los congresistas manipulando el sentimiento de rechazo de la población hacia la corrupción y las prácticas clientelistas, mañana criminalizarán y perseguirán a ese pueblo que quiera reclamar por sus derechos. Que hoy se vea en la hoguera a congresistas de La U, del Partido Liberal, del Partido Conservador e, incluso, de Cambio Radical, solo por cumplir con su deber legislativo, demuestra que la posible dictadura no está en el gobierno, sino en la oposición de extrema derecha.
La respuesta del pueblo debe ser el castigo en las urnas a esos que quieren volar por los aires la naciente democracia que ha traído el proceso de cambio. Los jefes politiqueros de los partidos tradicionales deben ser derrotados, junto a los conspiradores de la extrema derecha. Para eso hay que redoblar esfuerzos con los candidatos del Pacto Histórico y aumentar el apoyo a las fuerzas del cambio en las diferentes regiones. Lo que está en juego no es una simple alcaldía o una gobernación. Lo que está en disputa es el devenir de la República y la posibilidad de un nuevo país. La transformación nacional debe profundizarse en este octubre, mes histórico de innumerables revoluciones alrededor del mundo.
Manuel Beltrán
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