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BLOQUEO ECONÓMICO

  • Foto del escritor: Manuel Beltran
    Manuel Beltran
  • 24 nov 2024
  • 5 Min. de lectura

Ante el fracaso de las manifestaciones en la calle de la extrema derecha contra el gobierno y la incapacidad para frenar las reformas, la pretendida oposición ha tomado el camino del bloqueo económico para sabotear al país. El primer capítulo de esta nueva saga ya se vio con el presupuesto nacional, que acabó aprobándose por decreto, ante la intransigente actitud del legislativo, especialmente de la mesa directiva del senado oligárquico. Lo mismo se busca con la ley de financiamiento para que el ejecutivo se vea forzado a recortar en inversiones sociales. Es una forma burda, pero efectiva, de torpedear el proceso de cambio en la práctica. Igualmente grave, la derecha busca bloquear al país en su capacidad crediticia a nivel internacional, por medio de la comisión interparlamentaria de crédito público, la cual no ha querido expedir su concepto obligatorio para renovar, reestructurar y solicitar creditos internacionales, mediante la estrategia de romper el quórum y no dar el debate. La comisión no es la que decide sobre los créditos, pero su inhibición sí es capaz de paralizar al país y llevarlo al temido default. No sería raro en una oposición que siempre ha soñado con ver al país en crisis como las de Venezuela y Argentina. En el fondo es una confesión; tal y como pasó en esos países, lo que se busca es inducir una crisis para culpar al gobierno de izquierda y que vuelva la derecha.


Ahora bien, analicemos con mayor profundidad la idea del bloqueo. Las obras atribuidas a Homero, La Ilíada y La Odisea, son fundadoras no solo por ser consideradas progenitoras de la cultura grecolatina y, por tanto, de la occidental; también son fundadoras porque en ellas se descubren, de manera perenne, verdades, paradigmas, sobre el ser humano. Por ejemplo, La Ilíada y la Odisea son la Guerra y la Paz, que nunca han dejado de marcar la historia de nuestra humanidad (quizá en este hecho pensaba Lukács cuando mencionaba que Tolstói había llevado su narrativa hasta la altura de la épica moderna al detallar este constante devenir parecido al inhalar y al exhalar). Otra verdad que nos puede interesar es que la Ilíada constituye 10 años de bloqueo y asedio sobre Troya en pos de su rendición ante los aqueos. La historia solo cuenta el último año, pero es suficiente para entender la magnitud de la guerra por el dominio imperial, en la que intervienen dioses y héroes. Al final, el bloqueo fracasa. Ilión resiste. Es una jugada de engaño, el caballo de Troya, lo que permite a los comandados por Agamenón destruir la ciudad desde adentro. El bloqueo no funcionó, pero los infiltrados (que entraron como un obsequio envenenado y abrieron las puertas a los invasores) fueron realmente efectivos. Allí la clave: el bloqueo y el asedio de la extrema derecha no detendrá al gobierno; la amenaza real está adentro, en esos llamados tibios dispuestos a traicionar una y otra vez de aquí al 2026.


El Ministerio de Hacienda ya ha emprendido acciones para acabar con este boicot ruin contra la estabilidad de la nación. A propósito se ha expedido un decreto para que, una vez convocada la comisión interparlamentaria, esta no pueda frenar la capacidad crediticia simplemente con impedir el quórum necesario. Si no hay concepto, el trámite se da por superado, lo cual es una decisión pertinente porque acaba con la herramienta de sabotaje de aquí en adelante. No es la primera vez que la oposición utiliza este tipo de artimañas; se ha visto una y otra vez con las reformas, en las juntas directivas como la de Ecopetrol o en las elecciones de rectores de universidades, como el caso de la Universidad Nacional. Por otro lado, las últimas votaciones en el legislativo demuestran que el gobierno tiene aún amplio margen de acción para sacar adelante sus proyectos o elegir miembros de las altas cortes o entes de control, por lo que el supuesto hundimiento de la ley de financiamiento está en veremos. Por supuesto, cuando la oposición ve que sus estrategias de bloqueo fracasan, exagera las capacidades del gobierno hasta el punto de presentarlas como rasgos totalitarios. Así se evidenció con la última elección de magistrado de la Corte Constitucional. Si bien puede hablarse de victoria del ejecutivo, decir que hay una toma de la altas cortes por parte del gobierno, además de todos los entes de control, hace parte de una estrategia de delirios malintencionados.


Analicemos estos delirios. Aunque hace unas semanas la oposición pretendía tener la fuerza suficiente para defenestrar al presidente en un juicio político, hoy hablan de un gobierno que maneja todos los resortes y las ramas del poder. Dicen que el más reciente magistrado electo a la Corte Constitucional es petrista y que la reelección es indudable. Pero es una mentira tan grande como una catedral. El señor magistrado lleva toda una vida de carrera y ha sido cercano a varias figuras de la política tradicional. Pero la derecha dice vivir en una dictadura comunista o, por lo menos, jacobina. Lo mismo pasa con la fiscal general, con el procurador o la defensora del pueblo. Según la derecha, son títeres del ejecutivo. Pero todos tienen sus propias carreras en el marco de la política tradicional; vienen del antiguo régimen. Lo que pasa es que no son antipetristas fanáticos y eso ya es suficiente pecado para tacharlos de pertenecer al bolsillo de Petro. La mejor prueba de que esto es falso es que toda la derecha está impune hoy en día, ningún ente de control o corte la persigue. Ya lo hemos dicho, el gobierno llegó a tablas en esas elecciones. Impidió que llegaran enemigos, pero no impuso a sus militantes.


Entonces ¿por qué se insiste en esta estrategia de engaño? Volvamos al caballo de Troya. El principio de la farsa consistió en hacer creer a los troyanos que los aqueos habían aceptado su derrota y por eso se marchaban dejando ofrendas a los dioses y a sus enemigos, como el famoso caballo que contenía a los invasores ocultos en su interior. Fue esa falsa victoria la que llevó a los que habían resistido por una década a sufrir la devastación en cuestión de instantes. Como se dice coloquialmente, se bajó la guardia ante un engaño fulminante. O en otras palabras, los imperios o los procesos de cambio, muchas veces, caen desde adentro y no por la presión externa. En múltiples ocasiones es la presión externa la que los mantiene fuertes (casos como Cuba así lo demuestran). Muchos procesos son más propensos a debilitarse desde adentro, cuando no son capaces de sortear la filtración de sectores adversos ni de controvertir sus relatos. Es muy factible que la lucha de opuestos entre la izquierda y la derecha genere una síntesis hacia el centro; en consecuencia, son más peligrosos los llamados tibios, que pueden usufructuar el desgaste de la gente y aprovechar a sus fichas puestas en el mismo gobierno. Esos ministros candidatos y otros funcionarios de la llamada Centro Esperanza no solo frenan a diario el proceso de cambio, mediante la burocracia y la incompetencia simulada; también esperan dividir a las fuerzas de cambio y unirse a la derecha de cara a las elecciones. Si el pueblo cree en esa fantasía, que supuestamente todo ya cambió, no podrá distinguir entre las conquistas a defender y las metas que aún faltan. Frenará su marcha y el pasado podrá presentarse como el "verdadero cambio" con un poco de maquillaje, los infiltrados abrirán las puertas a los invasores y lo arrasarán todo.


Manuel Beltrán

 
 
 

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