
Los medios son los partidos de oposición.
- Manuel Beltran
- 21 ago 2022
- 5 Min. de lectura
Actualizado: 30 sept 2022
Antes de la victoria de Petro, los medios de comunicación en Colombia siempre actuaron como un pilar del régimen. Nunca han sido imparciales. A lo largo de la historia han tomado partido a favor de sus dueños y de sus propios intereses. Todo esto lo han hecho bajo los disfraces de la "imparcialidad", la "veracidad" y un "servicio público" que solo beneficia a los monopolios mediáticos. Con la presidencia de Gustavo Petro, estos supuestos valores (que ya venían desmoronándose) terminan de hundirse. Es evidente la filiación de los medios al sector elitista que gobernó el país y ahora está en la oposición. Ayer no cuestionaban el estado de cosas; hoy son los principales activistas; ahora sí les importa los problemas que siempre ocultaron. Ahora son los primeros militantes en contra del gobierno, cuando antes fueron panfletarios de los gobernantes de su agrado.
La razón salta a la vista: la derrota de los partidos de derecha fue tan grande, que han quedado -prácticamente- en la obsolescencia. Sin embargo, el sector que representan esos partidos es el más poderoso de la sociedad, por lo cual no se va a quedar sin intervenir en la política de la nación. Así que han reemplazado sus partidos políticos por los medios de comunicación, que también son de su propiedad. De este modo, los medios se han transformado en partidos opositores al gobierno popular. Esto no es nuevo; ha ocurrido en todos los países de la región en donde ha llegado la izquierda al poder. Es una estrategia poderosa y efectiva. El papel de los medios es determinante en el devenir de un Estado. Sin embargo, tiene un punto débil y estructural. Con este activismo evidente, los medios se quedan sin esos disfraces con los que engañaban sin reparos al pueblo.
No se puede hablar de imparcialidad cuando los medios intentan influir en la designación de ministros y en la elección de órganos de control. En estos primeros días del nuevo gobierno, la participación en política de los medios ha sido abierta en estos puntos. El intento por tumbar a la MinTic designada fue descarado, al igual que la presión para elegir una ministra amiga de los consorcios mediáticos. Algo similar ha ocurrido con la elección de Contralor, en donde los medios siempre tuvieron candidata, a la que apoyaron sin miramientos. Cuando esta no pudo ser electa, los medios emprendieron la tarea de desprestigiar todo el proceso. Está bien que los medios no sean afines al gobierno. Pero el hecho de que estos se conviertan en la caja de resonancia de la oposición derechista no tiene nada que ver con la imparcialidad.
En cuanto a la veracidad, no se puede hablar de ella, si se emplea la mentira y la tergiversación como método. Acusar al gobierno de emprender acciones contrarias a sus promesas de campaña y a la constitución, sin prueba alguna, solo es una perversión del rol de los medios en la sociedad. Su deber es informar, no deformar la realidad por cálculos políticos. Lo mismo sucede en el momento en que se saca de contexto las declaraciones de los ministros o del mismo presidente. Hace unos días, la ministra de agricultura aseguró que no había necesidad de tramitar una ley para la reforma agraria, pues ya existe. El problema con la Ley 160 de 1994 es que no se ha aplicado. Pero los medios salieron a decir que no habría reforma agraria con Petro. Tampoco existe la veracidad cuando se emplea el rumor como arma. Existe el rumor de la intervención del presidente en la elección de Contralor, pero no hay ninguna prueba de eso. Solo se intenta golpear con saña, a falta de argumentos reales para cuestionar al nuevo gobierno.
Respecto al servicio público que prestan los medios, no hay nada más alejado de la realidad. Lo que hacen los medios en Colombia es aprovecharse de lo que debería ser un bien público (como es el manejo de la información) para ponerlo al servicio de los intereses de sus propietarios. Con el tema de la reforma tributaria, esto ha sido más que notorio. Los dueños de los medios de comunicación, en muchos casos, son los mismos propietarios de las empresas que producen las bebidas azucaradas y alimentos ultra procesados. Así que no han tenido reparo en atacar la reforma, a través de su poder mediático, para intentar hundir esta iniciativa. Obviamente, tampoco les agrada el resto de la reforma, pues los dueños de estos monopolios mediáticos y sus periodistas de élite hacen parte del grupo de privilegiados que al fin tendrán que pagar los impuestos justos.
La respuesta frente a esta clara politización de los medios de comunicación no puede ser la censura ni la cancelación. Debe ser la razón. Hay que dar la batalla comunicacional. La censura martiriza al censurado y lo ensalza. Así que es un arma de doble filo. La cancelación no es suficiente. Los medios no van a dejar de influir por más campañas que se hagan para dejar de verlos o sintonizarlos. Esto es fácil de entender cuando se piensa en varios medios en Colombia que trabajan a perdidas. Pese a su baja audiencia, siguen funcionando porque son los encargados de moldear la opinión pública a favor de los intereses de sus dueños y esta es una de las inversiones más valiosas que puedan existir. Allí reside el poder de lo medios. Por eso la respuesta debe ser la construcción de otros mecanismos capaces de competir por el relato de la realidad. Los medios públicos y alternativos deben convertirse en otras voces capaces de cuestionar y controvertir la versión oficial de los medios privados. Para esto se necesita la actuación decidida del gobierno para permitir que esto suceda. Estos medios no pueden seguir funcionado con los restos. Ojalá el MinTic y RTVC encabecen esta misión con total compromiso, financiación necesaria y constancia perenne.
Por su parte, el pueblo debe madurar en este aspecto y convertirse en un sujeto activo. No puede seguir siendo un receptor pasivo, al que sólo le asiste el derecho de aceptar la versión de los medios como la verdad irrefutable. No puede seguir creyendo en rumores y chismes sin investigar lo que sucede realmente frente a cualquier tema. Es un deber del ciudadano conocer cuáles son los intereses de los propietarios de los medios, para entender sus actuaciones a nivel informativo. No puede conformarse con una sola versión de los hechos. Debe investigar más allá de la unanimidad de los medios privados. Solo así podrá tener una lectura más compleja del panorama nacional. Los esclavos se someten a la voluntad de sus amos, cuando renuncian a la posibilidad de reflexionar por sí mismos sobre la realidad que los rodea. Los hombres libres son capaces de pensar el mundo por su propia cuenta.
Manuel Beltrán.
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